¿Vale 94 millones un futbolista o lo que cobran algunas estrellas o deportistas?
Todos los periódicos abren hoy con el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid de Florentino Pérez. Desde luego, el Real Madrid, desde un punto de vista deportivo, ha ganado mucho. CR7 es un excelente futbolista y hará que los encuentros entre el Barcelona y el Real Madrid aspirante sean un auténtico espectáculo. Mucho se está hablando sobre el fichaje, sobre si se debe pagar o no ese dinero por un jugador de fútbol, se entra en la demagogia sobre la de cosas que se pueden hacer con 94 millones de euros: hospitales, parados, etc. Aquí hay varios aspectos que hay que analizar. Por un lado está el aspecto económico y de rentabilidad del fichaje. Es muy probable que el Real Madrid recupere con creces el valor que ha pagado por el jugador, ya que hablamos del jugador de fútbol que más dinero genera en contratos de publicidad, el valor de los partidos del Real Madrid será enorme y es posible que los cálculos de Florentino Pérez sean correctos y la marca Real Madrid se revalorice en el futuro cercano.
Ahora bien, hay aspectos que son más criticables: hay ciertas operaciones financieras que podemos denominar como poco ejemplarizantes. Por ejemplo, se consideraba que pagar cientos de millones por una casa era una sobrevaloración de un bien, cuando al poco tiempo ese bien valía aún más. Del mismo modo hemos considerado que los bonus que pactaban los altos directivos de la banca eran un insulto a aquellos que lo estaban perdiendo todo por culpa de la especulación inmobiliaria. Hoy, esos mismos bancos que niegan el crédito a los pequeños y medianos empresarios (no olvidemos que hace pocos meses los impuestos de los españoles han salvado a un número indeterminado de instituciones financieras de la quiebra), dan dinero a espuertas a los directivos del fútbol (y aquí no importa que sean unos u otros) para comprar futbolistas. Cierto que es probable que el banco recupere su dinero, cierto es que deberán responder ante los accionistas en caso negativo, pero ¿y si la operación es una ruina? ¿Salvamos otra vez al banco con nuestros impuestos? No parece razonable. Aunque tenemos experiencias: la mayor parte de las empresas futbolísticas que compiten en nuestra liga están participadas por instituciones públicas; cuando un equipo quiebra, los primeros que encabezan la manifestación en pro de su salvación son los alcaldes de esas localidades (en algunos casos con tasas de paro por encima de la media). Y estoy convencido (ya ha pasado) que si mañana Real Madrid o Barcelona tuviesen problemas económicos, tanto la Comunidad de Madrid como el Ayuntamiento y la Generalidad y el Ayuntamiento de Barcelona acudirían en socorro de ambos. Bienes de interés público dirán... y si no, al tiempo.
Además, hay un aspecto moral, y que va más allá del fútbol. Es este un aspecto común a estrellas de cine, o cantantes o deportistas de otras disciplinas. En esta sociedad del bienestar (que no del bienser) los nuevos gladiadores o bufones (entiéndase en sentido de aquellos que entretenían a la corte) y juglares están muy bien pagados, tiramos el dinero por que nos entretengan. Y desde un punto de vista económico no hay más que decir, ya que la opulenta sociedad occidental está dispuesta a pagarlo, pero no todo es dinero. Existe, desde un punto de vista moral, una responsabilidad en el uso que se hace de los bienes que uno tiene. ¿Qué ejemplo dan estas operaciones a nuestros jóvenes? ¿¿Qué tipo de sociedad creamos cuando el ejemplo de triunfador es un chico cuya celebración por el fichaje está en un paseo con la también millonaria (y archiconocida por sus escándalos) Paris Hilton? ¿Qué valor damos al conocimiento cuando el mismo empresario paga mucho más por un futbolista (o un cantante, da igual) que por un ingeniero o un científico investigador? No culpemos de ello a Florentino Pérez. Él hace una operación empresarial, y a todos los que nos gusta el fútbol la pagaremos gustosos. Quizá ahí está el problema. Hemos dejado de valorar lo importante para centrarnos en lo accesorio. Luego nos extrañará el fracaso escolar, o la escala de valores de nuestros jóvenes. Quizá el primer sitio donde debemos mirar es en nuestra propia casa.
Ahora bien, hay aspectos que son más criticables: hay ciertas operaciones financieras que podemos denominar como poco ejemplarizantes. Por ejemplo, se consideraba que pagar cientos de millones por una casa era una sobrevaloración de un bien, cuando al poco tiempo ese bien valía aún más. Del mismo modo hemos considerado que los bonus que pactaban los altos directivos de la banca eran un insulto a aquellos que lo estaban perdiendo todo por culpa de la especulación inmobiliaria. Hoy, esos mismos bancos que niegan el crédito a los pequeños y medianos empresarios (no olvidemos que hace pocos meses los impuestos de los españoles han salvado a un número indeterminado de instituciones financieras de la quiebra), dan dinero a espuertas a los directivos del fútbol (y aquí no importa que sean unos u otros) para comprar futbolistas. Cierto que es probable que el banco recupere su dinero, cierto es que deberán responder ante los accionistas en caso negativo, pero ¿y si la operación es una ruina? ¿Salvamos otra vez al banco con nuestros impuestos? No parece razonable. Aunque tenemos experiencias: la mayor parte de las empresas futbolísticas que compiten en nuestra liga están participadas por instituciones públicas; cuando un equipo quiebra, los primeros que encabezan la manifestación en pro de su salvación son los alcaldes de esas localidades (en algunos casos con tasas de paro por encima de la media). Y estoy convencido (ya ha pasado) que si mañana Real Madrid o Barcelona tuviesen problemas económicos, tanto la Comunidad de Madrid como el Ayuntamiento y la Generalidad y el Ayuntamiento de Barcelona acudirían en socorro de ambos. Bienes de interés público dirán... y si no, al tiempo.
Además, hay un aspecto moral, y que va más allá del fútbol. Es este un aspecto común a estrellas de cine, o cantantes o deportistas de otras disciplinas. En esta sociedad del bienestar (que no del bienser) los nuevos gladiadores o bufones (entiéndase en sentido de aquellos que entretenían a la corte) y juglares están muy bien pagados, tiramos el dinero por que nos entretengan. Y desde un punto de vista económico no hay más que decir, ya que la opulenta sociedad occidental está dispuesta a pagarlo, pero no todo es dinero. Existe, desde un punto de vista moral, una responsabilidad en el uso que se hace de los bienes que uno tiene. ¿Qué ejemplo dan estas operaciones a nuestros jóvenes? ¿¿Qué tipo de sociedad creamos cuando el ejemplo de triunfador es un chico cuya celebración por el fichaje está en un paseo con la también millonaria (y archiconocida por sus escándalos) Paris Hilton? ¿Qué valor damos al conocimiento cuando el mismo empresario paga mucho más por un futbolista (o un cantante, da igual) que por un ingeniero o un científico investigador? No culpemos de ello a Florentino Pérez. Él hace una operación empresarial, y a todos los que nos gusta el fútbol la pagaremos gustosos. Quizá ahí está el problema. Hemos dejado de valorar lo importante para centrarnos en lo accesorio. Luego nos extrañará el fracaso escolar, o la escala de valores de nuestros jóvenes. Quizá el primer sitio donde debemos mirar es en nuestra propia casa.
Comentarios
Un cordial saludo. Visitaré tu blog a partir de ahora.