Más impuestos es más crisis

Gastarse todo el dinero de la caja tiene el problema de que sólo deja dos salidas al inconsciente que lo hace: o aumenta los ingresos o pasa a disminuir el gasto (lo que se ha denominado siempre ajustarse el cinturón). Si tenemos una crisis que frena la actividad económica (que es la forma en la que el Estado obtiene ingresos, por el movimiento de dinero y bienes entre los agentes económicos), la situación se complica muchísimo. Porque para aumentar los ingresos no hay más que dos salidas: o se suben los impuestos o se activa la actividad económica. Lo primero es, desde hace mucho tiempo se sabe, incompatible con lo segundo: si se suben los impuestos (sobre la renta, patrimonio, ahorro, sociedades, cotizaciones sociales, IVA, etc.) queda menos dinero en manos de las empresas y particulares para consumir, invertir o contratar... y por tanto, la actividad económica se contrae.

Para activar la actividad económica no queda más salida que dar más recursos a los particulares para que consuman, inviertan, ahorren, etc. Y eso sólo puede hacerse reduciendo impuestos. Pero para reducir los impuestos teniendo la caja vacía, sólo queda la salida de reducir el gasto. Para ello debe hacerse un plan de adelgazamiento del Estado. España tiene un gasto corriente desorbitado, multitud de administraciones, muchas de ellas redundantes. Evidentemente no sólo con gasto corriente se corrige esto, pero eso permite reducir algo los impuestos para que la misma actividad económica permita que la recaudación aumente y seguir bajándolos de forma que se reactive la actividad económica. Se trata de salir de un círculo vicioso para entrar en un círculo virtuoso de la economía.

Pero el gobierno socialista, fiel a sus principios eso sí, no pretende emplear ninguno de estos argumentos y pretende subir los impuestos. Es lo propio del socialismo (de hecho Solbes ya lo anunció en el debate con Pizarro). Pero esto sólo traerá más crisis: el aumento de impuestos retraerá a empresas extranjeras para venir a España (aumento de costes laborales), a muchos trabajadores le compensará estar en el paro a trabajar (si el pago de impuestos es alto, finalmente será lo mismo trabajar que no en lo referido al neto recibido), la renta de los ciudadanos bajará y por tanto se retraerá la demanda nacional, y bajará la inflación (que unido a la caída del PIB significa más deflación)... Lo que redundará en más crisis.

Bajar los impuestos en esta situación es muy complicado, sobre todo porque implica decisiones duras para ahorrar el gasto (reducción de funcionarios o congelación de salarios públicos, austeridad de las cuentas públicas en todas las Administraciones (ayuntamientos, diputaciones, etc.), suprimir las subvenciones a titiriteros, coches oficiales, etc.) y casi ningún político está dispuesto a asumirlo. Pero como decía Churchill, el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Los nuestros no llegan nada más que a la encuesta siguiente. Nuestra ruina.

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