El PP y la conjura de los necios

Muchas veces tiene uno la sensación de que los políticos hacen oposiciones a necios. Porque sólo así puede explicarse que uno se empeñe en hacer cosas que sólo pueden perjudicarle en su legítimo afán por alcanzar el poder. El penúltimo ejemplo lo tenemos en el caso Gürtel y la reciente imputación de Bárcenas. Este señor es el tesorero del PP, el que se encarga de los dineros. Presuntamente parece que su patrimonio ha crecido de manera un tanto desmesurada en los últimos años, a la vez que se le relaciona con una trama que inflaba los precios de ciertos servicios para enriquecerse a costa el PP. Del mismo modo empleaban esas influencias, usando el nombre del PP para conseguir contratos de pequeña cuantía en ayuntamientos gobernados por el PP (siempre con la mordida correspondiente para el alcalde o concejal de turno). Al parecer, por lo que se desprende de lo investigado, Luis Bárcenas podría haber recibido dinero de esa trama para estafar al PP.

Bien, esos son los hechos que sabemos hasta ahora. Lo lógico sería que el PP ya hubiese procedido a solicitar a este señor que dejara su cargo de tesorero, al menos hasta que se aclaren los hechos. Pues no, resulta que el PP en pleno (vale, Esperanza Aguirre no) se ha puesto a defender a este señor que tiene todas las trazas de haberse hecho rico en la política. El desenlace parece que puede ser que como los delitos prescriben en 10 días, pues no va a haber tiempo de imputarle. Patético. Acogerse a una triquiñuela legal no esconde el fondo: un político, un partido que aspira a gobernar España y su presupuesto tiene que ir más allá de no cometer delitos (¡¡sólo faltaría!!): tiene que ser incólume (sano, sin lesión ni menoscabo. DRAE). No vale con que no robe ni mate, debe ser alguien en quien podamos confiar. ¿Cree el señor Rajoy que mantener a alguien como Bárcenas (¿qué lo hará ministro de finanzas?) en altas responsabilidades en el partido inspira confianza en los ciudadanos?

Pensemos en lo que hizo su antecesor. Dos casos tuvo y uno prácticamente idéntico: el caso Naseiro. ¿Qué hizo Aznar? Echarlos de forma inmediata, a la primera sombra de duda. Si quería presentarse como el que iba a limpiar España de los desmanes de González, ¿cómo iba a tener a su lado a un hombre que financiaba ilegalmente al partido? Otro ejemplo, y este más complicado: el caso Cañellas. El PP sólo gobernaba en Baleares cuando aparece que presuntamente el presidente de la comunidad se ha podido llevar diez millones de pesetas por una adjudicación de obra pública. ¿qué hace Aznar? Le obliga a dimitir, arriesgándose a perder Baleares. Pero mantenerlo era perder España. Hoy Rajoy está ante el mismo dilema: o deja caer a Bárcenas o caerá él. ¿Cómo podemos confiar el gobierno de España a alguien que no es capaz de expulsar de su partido a un presunto corrupto? ¿Qué oposición puede hacer ante el caso del familión Chaves quien tiene debajo de su despacho a Luis Bárcenas? Aún presuponiendo su inocencia, ¿no será mejor que muera un sólo hombre antes de que perezca todo el pueblo? Mariano Rajoy debe actuar, y cuanto más tarde, peor para él y para España que perderá a su alternativa al peor presidente de la historia de España. Es su responsabilidad histórica: menos Valencia y triunfalismos y más trabajar, señor Rajoy.

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