Gracias Alemania. Gracias, Merkel


Valiente y coherente la canciller alemana -demostración de que se puede llegar al máximo en la política sin ser de 'cuota'-. Ha propuesto que la 'constitución' europea que actualmente está en suspenso y que deberá rehacerse durante el mandato de Alemania como presidente de turno de la UE recoja las raíces cristianas de Europa en su texto. El siervo de Dios Juan Pablo II, el Grande, ya afirmó junto al patriarca ortodoxo Cristódulos que "la unidad del continente europeo en una sola entidad civil, sin que los pueblos que la forman pierdan su autoconciencia nacional, sus tradiciones y su identidad, fue la concepción de sus pioneros. Con todo, la tendencia emergente a transformar algunos países europeos en Estados secularizados, sin referencia alguna a la religión, constituye una involución y una negación de su herencia espiritual. Estamos llamados a intensificar nuestros esfuerzos para que se logre la unificación de Europa. Debemos hacer todo lo posible para que se conserven invioladas las raíces cristianas de Europa y su alma cristiana."

Merkel ya afirmó en el Bundestag que "no veo ninguna razón para ocultar nuestars raíces cristianas". En el mismo lugar también concluyó, en referencia a las negociaciones con Turquía (más de 100 millones de musulmanes dentro de Europa más los que ya hay), que "en el encuentro con otras religiones, con otras culturas, será importante que nosotros como europeos estemos en condiciones de reconocernos de forma clara en nuestras raíces. Los otros lo esperan de nosotros".

Esta es una de las razones que a algunos nos ha llevado a abominar de una Constitución que no era más que el fruto maduro de un grupo de masones, con el 'Gran maestre' Giscard a la cabeza, que por fin conseguían sacar de Europa el cirstianismo. Pues bien, si queremos sobrevivir, en libertad y en paz con el resto de religiones, tenemos que reconocer que la concepción del hombre, de la libertad, de la separación entre la conciencia del individuo y los poderes estatales, de la separación entre Iglesia y Estado es consecuencia de la concepción del hombre que tiene tres ejes: la filosofía griega, el Derecho romano y la tradición judeo-cristiana. Europa si quiere ser sólo podrá ser así. El respeto al no creyente es consecuencia del hecho de se redimidos por un Dios que se hace hombre. A tal efecto, recordamos lo que ya hemos dicho sobre el hecho de que la fe cristiana se fundamenta en el encuentro del hombre con Dios y en el lugar que Éste debe ocupar en la sociedad civil.

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