"¿De qué se ríen?" por María Caballero

Tomado del Diario de Navarra de ayer mismo...

Estoy observando una foto que ha aparecido en la mayoría de periódicos del día 25 de febrero. Están un grupo de mujeres muy sonrientes, entre las que se encuentran las ministras Aído y Corredor, Leyre Pajín, alguna senadora socialista y en medio de todas ellas el ministro de Justicia, Caamaño. La foto plasma unos semblantes alegres con grandes sonrisas y si no fuese porque yo estaba en el momento de tomarla pensaría que les ha tocado la lotería o que todas esas mujeres le están haciendo una fiesta al ministro, pero no es eso, no, la foto corresponde al momento en que se rechazaron los vetos de la Ley del Aborto e iba a quedar aprobada definitivamente en el Senado.

Con esta ley que se acaba de aprobar se permite a las mujeres abortar libremente, incluso aunque sólo tengan 16 años, siempre y cuando lo hagan en las primeras catorce semanas de vida del hijo que llevan dentro. Esta es una ley que pretende imponer el aborto libre a la sociedad española como un derecho que tiene la mujer y, en cambio, no muestra ningún interés por proteger la vida del no nacido.

Como sociedad no es un día para sonreír sino cuando menos para reflexionar. ¿Qué ha pasado que en pleno siglo XXI no se nos ocurra otra solución ante un embarazo no previsto que acabar con la vida del inocente?, ¿qué ha pasado para que después de tantos recursos empleados en campañas de “educación sexual” sigan incrementándose el número de abortos cada año?, ¿qué ha pasado para que se crea que los padres son un problema para sus hijas adolescentes?, ¿qué hemos hecho mal para que se piense que el poder abortar en un país es un signo de progreso y de avance social?

Yo tengo que decir que después de asistir a este último debate de la ley del aborto sentí vergüenza y pena, porque el aborto es un fracaso; es un fracaso de la sociedad, es un mal irreversible que no pone en valor la vida y resuelve un problema por el camino más corto. No es un derecho y mucho menos un avance social; no es progresista ni es social ni es solidario, ni es ético, niega el primero de los derechos al ser humano y con él todos los demás. No libera a la mujer ni respeta al hombre. En una sociedad avanzada como la nuestra, con tantos medios de todo tipo, es triste pensar que esto es todo lo que se nos ocurre hacer cuando las cosas no vienen conforme a lo previsto.

Así que permítanme que no comparta su alegría que es insultante para los que apostamos por la vida y por los derechos de las personas, por muy muy pequeñitas que sean.

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