Juan José Cortés asesor del PP: la 'mala baba' de la izquierda
Juan José Cortés es un onubense de raza gitana, pastor evangélico que tuvo la enorme desgracia de que un desalmado, asesino y pederasta, auténtica escoria de la sociedad, asesinara a su hija de tan sólo cinco años. Desde entonces, Juan José Cortés ha dedicado sus esfuerzos a evitar que cualquier otro de sus conciudadanos tenga que pasar por lo mismo. Para ello recogió más de dos millones y medio de firmas para que el Parlamento español debata sobre la cadena perpetua para asesinos y pederastas. Se reunió con el presidente del Gobierno y con el líder de la oposición. Ambos le prometieron que llevarían esa modificación del Código Penal al Parlamento. Han pasado más de dos años y el Gobierno socialista no ha cumplido su promesa. Juan José Cortés tiene la responsabilidad adquirida ante dos millones y medio de personas que firmamos esa propuesta de hacer todo lo posible por llevarla adelante. Los que tenemos hijos pequeños se lo agradecemos enormemente. Otro, con menos coraje, con menos amor por sus conciudadanos estaría llorando su pena (comprensible, no hay nada peor que perder un hijo y mucho más sabiendo que lo último que vio en su vida fue el Mal -así, con mayúsculas, porque la pederastia es demoníaca- encarnado), pero Juan José Cortés es un hombre de bien.
Y como el Gobierno de Zapatero no ha cumplido su promesa, se ha preocupado más de leyes como el aborto (Juan José Cortés estuvo en la marcha contra la nueva ley del Aborto), pues el pasado 10 de marzo decidió abandonar el que era su partido, el PSOE. Y ha encontrado apoyo en el PP para defender su causa y la de dos millones y medio de personas. Y el PP lo ha nombrado asesor en materia de Justicia (como lo están también víctimas del terrorismo, por ejemplo). Y ahí ya ha entrado la izquierda más radical (los Sopena, María Antonia Iglesias, El País, Público...) a atizar al apostata. Porque ser de izquierdas es una religión, y peor que los infieles son los apostatas: lo han sufrido ya en sus carnes Rosa Díez o Gotzone Mora o el mismo Boyer... Y a Juan José Cortés lo han llamado de todo.
Pero esto no soslaya el fondo del asunto que ya hemos tratado aquí. La cadena perpetua es necesaria para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. Porque la finalidad del Estado es garantizar unas pocas cosas: la seguridad, la vida, la propiedad y la libertad de sus ciudadanos. Si no sirve para esto, pues ¿para qué queremos el Estado? ¿Para qué esquilme nuestros bolsillos para regalar ese dinero después a los homosexuales de Zimbabwe? Todos los expertos lo corroboran: los pederastas y asesinos sexuales (normalmente en serie) no se rehabilitan jamás, siempre que salen, delinquen de nuevo. Ante esto, la sociedad debe defenderse y evitar que estos delitos se produzcan. La cadena perpetua revisable como proponemos algunos es perfectamente útil para esto. Si tras veinte años en prisión, los análisis médicos creen que el reo está rehabilitado, con la debida vigilancia (como en países anglosajones, por ejemplo) durante unos años, podría ser excarcelado. Si no se cumplen estas condiciones que garanticen, en la medida de lo posible, la seguridad de los ciudadanos, deberá permanecer en prisión por otros 10 años, que se volvería a abrir el proceso de revisión (o cada cinco... es cuestión técnica). Parece sensato, ¿o no? Pero la izquierda sigue creyendo esa pamema de que el delincuente es un producto de la sociedad (cualquier cosa antes de reconocer las culpas individuales), la víctima es él, el sistema es el que debe modificarse para evitar a los excluidos sociales (sic)... y tantas tonterías con las que los sociólogos de izquierda nos han ido intoxicando durante años... La realidad es que cada cual es un producto de las decisiones que toma individualmente, que nadie nace programado, que hay quien lo tiene más difícil, pero todo, insisto todos, podemos siempre elegir el bien o el mal y, salvo enfermedad mental, lo hacemos libremente.
Y como el Gobierno de Zapatero no ha cumplido su promesa, se ha preocupado más de leyes como el aborto (Juan José Cortés estuvo en la marcha contra la nueva ley del Aborto), pues el pasado 10 de marzo decidió abandonar el que era su partido, el PSOE. Y ha encontrado apoyo en el PP para defender su causa y la de dos millones y medio de personas. Y el PP lo ha nombrado asesor en materia de Justicia (como lo están también víctimas del terrorismo, por ejemplo). Y ahí ya ha entrado la izquierda más radical (los Sopena, María Antonia Iglesias, El País, Público...) a atizar al apostata. Porque ser de izquierdas es una religión, y peor que los infieles son los apostatas: lo han sufrido ya en sus carnes Rosa Díez o Gotzone Mora o el mismo Boyer... Y a Juan José Cortés lo han llamado de todo.
Pero esto no soslaya el fondo del asunto que ya hemos tratado aquí. La cadena perpetua es necesaria para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. Porque la finalidad del Estado es garantizar unas pocas cosas: la seguridad, la vida, la propiedad y la libertad de sus ciudadanos. Si no sirve para esto, pues ¿para qué queremos el Estado? ¿Para qué esquilme nuestros bolsillos para regalar ese dinero después a los homosexuales de Zimbabwe? Todos los expertos lo corroboran: los pederastas y asesinos sexuales (normalmente en serie) no se rehabilitan jamás, siempre que salen, delinquen de nuevo. Ante esto, la sociedad debe defenderse y evitar que estos delitos se produzcan. La cadena perpetua revisable como proponemos algunos es perfectamente útil para esto. Si tras veinte años en prisión, los análisis médicos creen que el reo está rehabilitado, con la debida vigilancia (como en países anglosajones, por ejemplo) durante unos años, podría ser excarcelado. Si no se cumplen estas condiciones que garanticen, en la medida de lo posible, la seguridad de los ciudadanos, deberá permanecer en prisión por otros 10 años, que se volvería a abrir el proceso de revisión (o cada cinco... es cuestión técnica). Parece sensato, ¿o no? Pero la izquierda sigue creyendo esa pamema de que el delincuente es un producto de la sociedad (cualquier cosa antes de reconocer las culpas individuales), la víctima es él, el sistema es el que debe modificarse para evitar a los excluidos sociales (sic)... y tantas tonterías con las que los sociólogos de izquierda nos han ido intoxicando durante años... La realidad es que cada cual es un producto de las decisiones que toma individualmente, que nadie nace programado, que hay quien lo tiene más difícil, pero todo, insisto todos, podemos siempre elegir el bien o el mal y, salvo enfermedad mental, lo hacemos libremente.
Comentarios
Juan José Cortés tiene una parte de culpa por el lamentable suceso que privo de vida a Mari Luz.
Todo por la irresponsabilidad de sus padres, como se puede dejar salir de casa a una niña tan pequeña sola a la calle.
Los padres fallaron en su labor de padres posteriormente los hechos tan desagradables que no quiero nombrar.
Un padre normal, se sentiría culpable por haber dejado a su hija sola, Pero el culpa a los demás pero él nos da la imagen del padre coraje o padre modelo.
Mira Juan José Cortés razón tienes en que fallo la justicia en tener suelto aun degenerado suelto pero tu también eres culpable, por desatender u tu hija.
Puede que lo que Juan José Cortés a montado de manifestación, firmas programas en televisión etc..., quiera lavar su conciencia de sentirse culpable.
Contento puede estar que la justicia no te ha sancionado como mínimo.