Aborto: tras el 7-M no se puede hacer 'el gallego'
Ayer estuvimos toda la familia manifestándonos por las calles de Madrid en defensa de la vida y contra la ley que permite que se asesine a niños inocentes en el seno de sus madres. Fue una jornada festiva (podéis ver las fotos en este post) y alegre. Los defensores de la vida no estamos contra nadie sino a favor de la vida, de toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Comenzamos nuestro trayecto en la plaza de Cibeles y lo terminamos en la céntrica Puerta del Sol. Iba yo hablando con mi hija mayor que se mostraba sorprendida de que alguien pudiera defender el aborto: 'Papá, si los médicos saben que es un bebé, ¿por qué los matan?' La verdad es que a veces los niños nos sorprenden con preguntas cargadas de sentido común. Uno puede entender que una mujer no sepa que tiene dentro un bebé (fabulosa la frase de una compareciente en el Congreso: 'las mujeres nos embarazamos de bebés y no de lechugas'), pero ¡un médico! Sabe que desde la concepción hay vida humana, sabe que acabar con él es acabar con un niño. No puede alegar ignorancia. ¿Por qué lo hacen entonces? Tan cruel como demoníaco: por dinero, por el vil metal. Son como los sicarios de la mafia, matan por dinero. Además, fue toda una clase de educación para la ciudadanía: 'Existen dos clases de leyes: las leyes justas y las injustas. Yo sería el primero en defender la necesidad de obedecer los mandamientos justos. Se tiene una responsabilidad moral además de legal en lo que hace al acatamiento de las normas justas. Y, a la vez, se tiene la responsabilidad moral de desobedecer normas injustas'. Frase de Martin Luther King que comenté con mis hijos. Debemos desobedecer esta ley, por inicua, porque una ley que justifica el poder del fuerte sobre el débil, el asesinato de inocentes, no es tal ley. Igual que las leyes de Nüremberg de los nazis debían ser desobedecidas, esta ley debe ser desobedecida por toda persona de bien. La insumisión ante la injusticia es obligada.
Muchos creen, convencidos por las pajines y las bibianas, que estamos ante una cuestión ideológica. Nada más lejos de la realidad. Es negocio, dinero a costa de la angustia de muchas mujeres que se encuentran sin ayuda para sacar adelante a sus hijos. Muchas veces solas, abandonadas por sus parejas (como si el varón no tuviese nada que ver en el embarazo), sin trabajo o con miedo a perderlo. Y ahí llega el criminal abortista que a cambio de un dinero (hablamos de tres mil euros mínimo por aborto, seis mil en otros casos o más si ya estamos fuera de plazo, como bien denunció IntereconomíaTV) mata al bebé. No importa que las secuelas para la mujer sean permanentes, que muchas acaben en suicidio, ellos ya han cobrado su dinero de sangre. ¿Es esto lo que defiende un partido que se dice obrero? ¿El socialismo ahora cobija a los ricos que sacan el dinero a los pobres y a los desheredados de la tierra? Curiosa transformación.
Pero algunos hace ya mucho que no esperamos nada de los socialistas. Pero lo que sorprende es que un partido que pretende aunar al centro-derecha no esté dispuesto a incluir en su programa la derogación de esta infame ley si llega al poder. Cierto es que va a recurrirla ante el Constitucional por reconocer como derecho algo que va contra la misma jurisprudencia del TC que reconoció el derecho a la vida del no-nacido, pero el Tribunal puede tardar años en pronunciarse (¿para cuándo la sentencia sobre el gaymonio y el Estatuto de Cataluña?) y mientras tanto, cientos de miles de inocentes serán sacrificados en el altar de la nueva religión feminazi. Las elecciones son en dos años como máximo. Si el PP quiere nuestro voto debe comprometerse a derogar mediante decreto (tal y como hizo el PSOE en el 2004 con la ley de calidad de la educación o el plan hidrológico nacional) esta infame ley. Muchos dirigentes del PP (Mayor Oreja, Ana Pastor y Ruiz Gallardón -en muchas cosas le hemos criticado, vaya aquí la alabanza cuando la merece-) lo han afirmado como un hecho. ¿Por qué Mariano juega a hacerse el gallego? No es momento de tibiezas: hablamos del mal en estado puro, no se puede ser equidistante.
Muchos creen, convencidos por las pajines y las bibianas, que estamos ante una cuestión ideológica. Nada más lejos de la realidad. Es negocio, dinero a costa de la angustia de muchas mujeres que se encuentran sin ayuda para sacar adelante a sus hijos. Muchas veces solas, abandonadas por sus parejas (como si el varón no tuviese nada que ver en el embarazo), sin trabajo o con miedo a perderlo. Y ahí llega el criminal abortista que a cambio de un dinero (hablamos de tres mil euros mínimo por aborto, seis mil en otros casos o más si ya estamos fuera de plazo, como bien denunció IntereconomíaTV) mata al bebé. No importa que las secuelas para la mujer sean permanentes, que muchas acaben en suicidio, ellos ya han cobrado su dinero de sangre. ¿Es esto lo que defiende un partido que se dice obrero? ¿El socialismo ahora cobija a los ricos que sacan el dinero a los pobres y a los desheredados de la tierra? Curiosa transformación.
Pero algunos hace ya mucho que no esperamos nada de los socialistas. Pero lo que sorprende es que un partido que pretende aunar al centro-derecha no esté dispuesto a incluir en su programa la derogación de esta infame ley si llega al poder. Cierto es que va a recurrirla ante el Constitucional por reconocer como derecho algo que va contra la misma jurisprudencia del TC que reconoció el derecho a la vida del no-nacido, pero el Tribunal puede tardar años en pronunciarse (¿para cuándo la sentencia sobre el gaymonio y el Estatuto de Cataluña?) y mientras tanto, cientos de miles de inocentes serán sacrificados en el altar de la nueva religión feminazi. Las elecciones son en dos años como máximo. Si el PP quiere nuestro voto debe comprometerse a derogar mediante decreto (tal y como hizo el PSOE en el 2004 con la ley de calidad de la educación o el plan hidrológico nacional) esta infame ley. Muchos dirigentes del PP (Mayor Oreja, Ana Pastor y Ruiz Gallardón -en muchas cosas le hemos criticado, vaya aquí la alabanza cuando la merece-) lo han afirmado como un hecho. ¿Por qué Mariano juega a hacerse el gallego? No es momento de tibiezas: hablamos del mal en estado puro, no se puede ser equidistante.
Comentarios