Camino de Santiago: de Fuencarral a Tres Cantos
Domingo 21 de marzo a las 9 de la mañana. Una fina lluvia azota el barrio madrileño de Fuencarral. Parece que nuestro destino está ligado al agua cuando emprendemos el Camino de Santiago... pero no será así, y sin calor, pero también sin lluvia haremos esta nueva etapa del Camino de Santiago. Una etapa que nos llevará hasta Tres Cantos. En total más de 14 km. Lo que más sorprende es cómo aguantan los niños. Como el mes anterior, lo que más abundan son los niños, algunos de muy corta edad (incluido mi hijo pequeño de sólo 15 meses). Así que imaginad la comitiva: familias enteras, carritos de bebé, madres embarazadas (conté hasta tres), y niños, muchos niños. En animada charla comenzamos a andar atravesando Fuencarral, cruzamos hasta San Chinarro y de ahí, campo a través paralelo a la carretera de Colmenar, transcurre este tramo del Camino. La gente comparte frutos secos, bebida y el cuidado de los pequeños. Como ha llovido, hay trozos con grandes charcos y barro: ahí surge la camadería entre todos y unos a otros nos ayudamos a pasar los carros de los niños por encima del charco.
Sobre esto surgen las bromas. Luis, que organiza la logística del trayecto, es visto como un Moisés que guía, en algunos tramos, al pueblo elegido a través del mar a pie enjuto. Porque las continuas subidas y bajadas son un auténtico rompepiernas para todos y en algunos momentos paramos para reagruparnos de nuevo. Pero la alegría es lo que se transmite en esa comitiva: risas, niños jugando (algunos se pusieron perdidos de barro) y sobre todo un ambiente familiar de generosidad.
Y así, pese a que algunos piden parar a comer, decidimos no hacerlo hasta llegar a destino. Es que como pares, y te tomes el bocata y eso, ya no te levantas... así que dándonos ánimos unos a otros, llegamos hasta la pasarela que cruza la carretera de Colmenar a la altura de Tres Cantos (todo el Camino transcurre por el lado izquierdo de la carretera). Las calles de Tres Cantos son testigos de los últimos metros de la etapa que nos llevará hasta la Iglesia de Santa María Madre de Dios. Allí, un miembro de cada familia acude con las certificaciones de todos y las vamos sellando... Después, por fin, a comer. En una escalinata cercana nos vamos situando y salen los bocadillos, las cocas-colas y las patatas. Y siempre hay alguien que trae café... ¡¡cómo se agradece ese cafelito!! Y después, de nuevo en pie para coger el tren y volver a por los coches...
Algunos niños ya se nos duermen volviendo a casa, pero todos contentos y felices esperamos ya la siguiente etapa que nos llevará hasta Colmenar... y que por supuesto os iremos contando...
Sobre esto surgen las bromas. Luis, que organiza la logística del trayecto, es visto como un Moisés que guía, en algunos tramos, al pueblo elegido a través del mar a pie enjuto. Porque las continuas subidas y bajadas son un auténtico rompepiernas para todos y en algunos momentos paramos para reagruparnos de nuevo. Pero la alegría es lo que se transmite en esa comitiva: risas, niños jugando (algunos se pusieron perdidos de barro) y sobre todo un ambiente familiar de generosidad.
Y así, pese a que algunos piden parar a comer, decidimos no hacerlo hasta llegar a destino. Es que como pares, y te tomes el bocata y eso, ya no te levantas... así que dándonos ánimos unos a otros, llegamos hasta la pasarela que cruza la carretera de Colmenar a la altura de Tres Cantos (todo el Camino transcurre por el lado izquierdo de la carretera). Las calles de Tres Cantos son testigos de los últimos metros de la etapa que nos llevará hasta la Iglesia de Santa María Madre de Dios. Allí, un miembro de cada familia acude con las certificaciones de todos y las vamos sellando... Después, por fin, a comer. En una escalinata cercana nos vamos situando y salen los bocadillos, las cocas-colas y las patatas. Y siempre hay alguien que trae café... ¡¡cómo se agradece ese cafelito!! Y después, de nuevo en pie para coger el tren y volver a por los coches...
Algunos niños ya se nos duermen volviendo a casa, pero todos contentos y felices esperamos ya la siguiente etapa que nos llevará hasta Colmenar... y que por supuesto os iremos contando...
Comentarios
COmo siempre tu crónica acertadísima!, ahora, me confieso, yo si me comí un pequeño bocadillo en una de las paradas de reagrupación, y creo que gracias a ello pude recargar baterías!, lo de Moisés genial! aunque no abrió las aguas... nos ayudó a pasar por un ladito para no mojarnos, que ya era una misión difícil de lograr... jejejeje, un saludo! y hasta la próxima, que ya queda poco.