Resistencia: el derecho a vivir

Ayer estuvimos viendo la película Resistencia y hay que reconocer que es una gran película en la cual uno descubre a un actor como Daniel Craig (mucho más que Bond y ya lo vimos en Sylvia encarnando a un escritor adúltero) en su máxima expresión. La película cuenta la historia de tres hermanos bielorrusos (los Bielski) judíos que tras el asesinato de sus padres huyen al bosque para intentar sobrevivir. Allí lucharán contra los alemanes, recogerán a los judíos que aquí y allí comienzan a huir de los guettos ante la muerte ya cercana. Toda una comunidad surgirá a partir de ese núcleo de unos hermanos (con sus defectos, sus envidias y celos). La lucha por la supervivencia de todo un pueblo como fue el hebreo durante la Segunda Guerra Mundial se nos presenta en toda su crudeza. pero también con toda su grandeza, con la fe de unos y las dudas de otros. La lucha por la supervivencia es salvaje, y los mejores comenten los delitos más atroces.

Pero hay un momento que quiero destacar. Tuvia Bielski (Daniel Craig) ha prohibido los hijos en su comunidad. Simplemente no pueden mantenerlos. No se nos dice qué es lo que se hace para evitarlos, pero los abortos clandestinos y obligatorios flotan elípticamente. Pero la amante de Tuvia descubre que hay una mujer que ha sido violada por los alemanes y que ha quedado embarazada. La mujer está azorada porque sabe la pena por ello (debe deshacerse del bebé o abandonar la comunidad), pero ella llora y le dice a Silka que 'noto que hay una vida dentro de mí. Es lo que me da fuerza para vivir.' Le cuenta que cuando huía fue violada por los alemanes que la dieron por muerta. Le pide a Silka que no se lo diga a nadie. Pero, lógicamente, una vez nace la criatura, Tuvia lo descubre y exige a Silka que la mujer debe abandonar la comunidad. 'Son las normas', le espeta Tuvia.'¿Qué vas a hacer?¿Vas a matar al niño? Esa mujer fue violada. Ese niño es su razón de vivir. Dices que no nos convirtamos en animales. ¿Y qué mejor manera que trayendo una vida, que regenerando la vida aquí en el bosque?'. Finalmente el amor hace ceder a Tuvia (como en cada escena de la película, en la que el dolor de su pueblo le hace aumentar el número de aquellos a los que protege, llegando a llevarse a todo un guetto completo) y el niño les acompaña.

No pudimos mi mujer y yo por menos que recordar lo que se acababa de aprobar unos días antes: la propuesta del PSOE de aniquilar a los niños en el seno de su madre hasta la semana 22, permitiendo que cada madre decidiera (¿seguro que decide libremente, sabiendo que va a asesinar a su propio hijo?) sobre la vida de otro que no le pertenece. Porque esa mujer había sido violada, el niño que tenía en su interior era fruto no del amor, sino de la violencia, iba a nacer en un mundo en guerra, huyendo de un sitio para otro, quizá muriendo en el bosque o un campo de exterminio... pero ese niño significaba la vida, significaba que dentro del infierno que era ese mundo en guerra, la vida podía florecer. Ese niño era la razón por la que esa mujer, que ya había perdido a toda su familia, que había sido vejada y humillada, era la razón por la que vivir... Porque si la vida surja de una u otra manera no es razón para que tenga derecho a existir. La expresión 'embarazo no deseado' que, muchas veces incosncientemente, empleamos es malvada en sí misma, como si de nuestro deseo dependiese todo. ¿Acaso un niño al que sus padres no desean -esa niña con síndrome de Down que preguntaba a ZP quizá fue una sorpresa para sus padres, que les costaría aceptar, pero que lo hicieron finalmente con alegría- tiene menos derecho a vivir que uno que es buscado o concebido en un tubo de ensayo en un laboratorio? ¿Deseado por quién? ¿Pos sus padres? ¿Por la sociedad? ¿Y si no deseamos que haya más judíos? ¿Y si deseamos como en China que los padres no puedan tener los hijos que desean y el aborto es obligatorio? ¿Cómo llamaríamos a eso? ¿Racismo y xenofobia quizá? Yo prefiero llamarlo aborto.

Como diría Aragorn: El amanecer es siempre una esperanza para el hombre.

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