Emilly House y las 'amistades peligrosas'

Emily House es una magistrada que ha logrado, por primera vez en la historia, un hito impresionante: ser la primera mujer que preside el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Aunque su nombramiento estuvo marcado por la polémica (su marido había asesorado a algunos lobbyes en casos que después podrían llegar al Supremo, lo que a ciertos círculos conservadores les parecía inaceptable), la mayoría demócrata había logrado que pasara los cortes sin demasiados problemas. De todos modos, era una de las mejores juristas del país.

El problema le vino a Emily cuando la policía, en el curso de una investigación por asesinato, interceptó una conversación de una abogada que había encargado asesinar a su marido (siempre presuntamente, claro) en la que Emily se ofrecía a mediar si su caso llegaba al Supremo: 'avísame cuando entre en el Supremo', le dijo. Toda la conversación transcurrió dándole consejos Emily a esta abogada sin escrúpulos cómo hacer para que su caso llegase al Supremo y cómo debía enfocarlo. Evidentemente, esta abogado realizó punto por punto sus consejos.

La escandalera que se organizó en toda la opinión pública estadounidense fue de las que hacen época. Los grandes diarios pedían su dimisión irrevocable. Algunos senadores y congresistas pidieron su presencia y la del Fiscal General (el ministro de Justicia) en las cámaras para que se expliquen y, en su caso, afearles la conducta. El Fiscal del Estado de Washington ha aberto una investigación y ha pedido al Gran Jurado que revise la actuación de Emily House y que permita la investigación de todos aquellos altos cargos que pudiesen estar involucrados en esa conspiración...

Paralelamente, Emily House en bufa y mofa en todos los programas de las diversas cadenas americanas. Ha sido expulsada del club de damas de Washington y el colegio de abogados estudia si inhabilitación.

Finalmente, Emily House decide dimitir y, antes de que pueda ser encausada por el Gran Jurado, huye a un país sudamericano, donde muere años después en la más absoluta ignominia. Se estudia en el Congreso una ponencia para retirar su cuadro de la galería de magistrados del Supremo.

Esto pasaría en un país donde las formas sean parte importante de la democracia. Un país donde, para confiar en sus instituciones, sea necesario que las personas que las encarnan sean honestas y lo parezcan. Esto ocurría en EEUU si algún día un presidente del Supremo cayera tan bajo como para usar su cargo para realizar tráfico de influencias. Si en EEUU un presidente del Supremo hubiese conchabeado con una persona implicada en asesinato... ¿qué diríamos? ¿Qué pasaría? ¿Cual sería la reacción de la Prensa? ¿De la oposición?

Ahora cambiemos de nombre y de país: supongamos que hablamos de María Emilia Casas y del Tribunal Constitucional... ¿Alguien duda de la baja calidad democrática de España?

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