'La baba en la pluma' o la moderación de la SER

Cierto que Libertad Digital ya anuncia que lo han retirado de su web. Google acude en nuestro socorro y gracias al caché de las páginas, podemos aún leer el artículo de ese prócer de las letras que se llama Daniel Anido y que dirige aún la Cadena SER. Parece una costumbre de la casa el que las cosas más bochornosas sean borradas. Es el estilo estalinista... Este Anido era el jefe de informativos cuando los terroristas suicidas del 11-M... imaginen el resto de cosas que puede aportar a la causa de la libertad el ínclito Anido.




Análisis

La baba en la pluma


DANIEL ANIDO/ DIRECTOR de CADENA SER 17-04-2008


Cuando fluye la baba y el periodismo se acojona la tiniebla va cubriendo el espacio vacío; un territorio abandonado que ocupan pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados, con nombres y apellidos.

Son de ilustres burgos, ansones, losantos, pejotas, usias y alguna que otra schlichting, pero segregan ese líquido viscoso y corrompido por la comisura de sus parpados, acentuando el asco que desprende su mirada.

Tenemos que mirar sus caras, seguir con atención el recorrido; ver como avanza ese residuo pútrido que desciende por los pliegues hasta la boca, como carcome gota a gota su lengua relamida; como la inunda y luego la desborda, para proseguir su camino hasta la mano pegajosa que sostiene la pluma y derramar allí toda su miseria.

Cuando fluye toda esta baba compartida y el periodismo se acojona, estos mirones clandestinos, estos fetichistas de la mugre, se proclaman profetas con derecho de pernada, levantan púlpitos con barrocos tornavoces, apoyan sus falanges en el antepecho, despliegan su abyección más tenebrosa y corrompen el espacio compartido.

Cuando el periodismo se acojona delante de estos usurpadores del oficio, la cloaca extiende su dominio, se adueña de la plaza pública y construye allí su pasatiempo favorito: el juego delictivo del insulto, donde prevalece y se premia la discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, como pueden ser la orientación sexual, la fe o falta de ella, la ideología, la gestación, la edad, el nombre o el apellido.

Cuando el periodismo se acojona delante de estos mediocres, que confunden la baba con el intelecto, nuestra profesión pierde el futuro; los ciudadanos, su libertad, y la democracia, el sentido.

El periodismo tiene que hacer frente a la contaminación que desprenden estos exhibicionistas de la baba en la pluma, a la perversión que esconden bajo el necesario paraguas de la libertad de expresión.


Son previsibles. Se plantan delante de sus víctimas y abren con rapidez sus gabardinas, dejando ver su desnudez intelectual. Pero, son cobardes. Si les plantamos cara, mirando fijamente sus despojos orgánicos, señalando con el dedo su minusvalía y mostrando nuestro desprecio con una sonora carcajada, que al tiempo alerte al resto de la ciudadanía, salen corriendo a esconder sus complejos y sus colgajos... en el fango.


(A ellas, que sufren estos días el maltrato de quienes quieren robarnos el oficio: disculpas.)



Y este es el director de la cadena, o sea que si hay que hacer méritos habrá que quemar alguna sede de la COPE, no dirigirle la palabra a los de El Mundo cuando te los encuentras en una rueda de prensa, escupir a los de Libertad Digital y cosas así, a ver si se asciende. ¡¡Qué asco!!

Comentarios

Natxo ha dicho que…
¡Vaya un personaje! Si con eso pretende que les consideren a ellos respetuosos o moderados, van listos

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