Piratería: El cambio del modelo de negocio
La piratería 'digital' se ha convertido en la excusa que emplean las empresas distribuidoras para usar a sus empleados (los famosos sgaes y titiriteros varios) como ariete contra la libertad que supone internet. Copias de discos ha habido siempre, fotocopias de libros también... ¿Cuántos discos de vinilo teníamos en cinta analógica que nos 'pasaban' compañeros de instituto o de facultad. Eso que se hacía a pequeña escala, hoy, en un mundo globalizado y con enormes redes de información, se hace a través de internet. Hay sentencias ya que han dejado a las agencias de derechos de autor con dos palmos de narices: no puede ser un delito una red P2P porque no hay ánimo de lucro y el original existe y simplemente hay un préstamo de una propiedad.
Porque ese es el asunto: una vez yo he comprado un libro, puedo leerlo, ponerlo en la estantería para que haga bonito, dejárselo a mi madre y a mi vecino, volverlo a regalar... es ya mi propiedad y he pagado por ello, ¿acaso va a haber un límite a la propiedad de un disco o de un libro y no de un coche, por ejemplo? También los ingenieros tienen propiedad intelectual, y los pasteleros, etc... No habría límite a las sgaes de turno en ese caso.
La solución pasa por el cambio de modelo. Del mismo modo que en el comienzo del siglo XIX el autor pasó de necesitar un mecenas a ser un autor libre (y muchos sufrieron más, pero a la vez les dio más libertad creativa -pensemos que Beethoven no sería posible sin esa libertad creativa-), hoy los creadores artísticos deberán abandonar a las distribuidoras-mecenas y distribuir su música en la nueva red de distribución. A partir de ahí, hacerse un nombre, generar ingresos mediante otras formas (conciertos, merchandising, etc.). Muchos -los peores o los que menos gusten al público- sucumbirán, pero otros, dentro del libre mercado cultural, triunfarán. ¿No será esto lo que temen los 'aristócratas culturales' como los Bardem, Ramoncín, Perea, etc.? ¿No será que saben que si no fuera por cánones, subvenciones y demás prebendas de sus amigos progres, deberían dedicarse a trabajar de verdad?
Porque ese es el asunto: una vez yo he comprado un libro, puedo leerlo, ponerlo en la estantería para que haga bonito, dejárselo a mi madre y a mi vecino, volverlo a regalar... es ya mi propiedad y he pagado por ello, ¿acaso va a haber un límite a la propiedad de un disco o de un libro y no de un coche, por ejemplo? También los ingenieros tienen propiedad intelectual, y los pasteleros, etc... No habría límite a las sgaes de turno en ese caso.
La solución pasa por el cambio de modelo. Del mismo modo que en el comienzo del siglo XIX el autor pasó de necesitar un mecenas a ser un autor libre (y muchos sufrieron más, pero a la vez les dio más libertad creativa -pensemos que Beethoven no sería posible sin esa libertad creativa-), hoy los creadores artísticos deberán abandonar a las distribuidoras-mecenas y distribuir su música en la nueva red de distribución. A partir de ahí, hacerse un nombre, generar ingresos mediante otras formas (conciertos, merchandising, etc.). Muchos -los peores o los que menos gusten al público- sucumbirán, pero otros, dentro del libre mercado cultural, triunfarán. ¿No será esto lo que temen los 'aristócratas culturales' como los Bardem, Ramoncín, Perea, etc.? ¿No será que saben que si no fuera por cánones, subvenciones y demás prebendas de sus amigos progres, deberían dedicarse a trabajar de verdad?
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