El alcalde de Hamelín...

Había una vez un alcalde que dentro de su megalomanía se hizo construir un Palacio en el que habitar feliz. Tenía su Palacio una magnífica alcoba de más de ochenta metros cuadrados desde la que divisaba las grandes plazas de su municipio. Feliz estaba el faraón en su Palacio cuando su prima Olga, conocida como Vale ya en los ambientes más progres, le anunció la 'mala nueva'. ¡Hay ratas en el Palacio! El Alcalde salió bramando, los doscientos asesores no tenían despacho donde morar, alguno de ellos, ante el frío de noviembre, amenazaba con refugiarse en la vecina COPE. ¡Esto no podía ser! Tenía que solucionarlo.

Llamó entonces al director de periódico de cabecera para que le sacara del apuro: ¡Zarzalejos, haz algo! 'Pero su alcaldabilidad, presidenciable mío, poco puedo hacer, quizá Moreno pueda hacer algo más'. Moreno, director del 'diario global' tomó cartas en el asunto y envió a su más insigne retratador a que retratara al Alcalde por excelencia o a su excelencia el Alcalde, que nunca se sabe.

Pero las ratas no dejaban entrar al Alcalde en su Palacio. Y ahí fue cuando entró en escena el flautista Rubalcaba que cogió su flauta con tricornio y entró en el Palacio del Alcalde. Pero el cruel Alfredo estaba vendido y cuando supo de las amistades del Alcalde con la corista Corulla, decidió vaciarle el Palacio a su amigo Alberto, pero no de las ratas, sino de los rateros que a base de comisiones se llevaban la pasta.

Y así quedó el Alcalde triste con sus ratas mirando al horizonte de la plaza y no viendo... más que ratas.

Palacio que se ha llenado de ratas y vaciado de rateros...

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