Decía Aldous Huxley en Un mundo feliz que “un estado totalitario realmente eficiente, es aquel en el que las élites controlan a una población de esclavos que no necesita ser coaccionada, porque en realidad ama esta servidumbre.” Es el caso de lo "políticamente correcto". Si se te ocurre hablar de la preminencia de la familia sobre "otras formas de convivencia" serás tachado de facha, reaccionario y otras lindezas. Si el Protocolo de Kyoto te parece una mentira tejida en torno a destruir a los países occidentales, serás un cafre, fascista y xenófobo. Conclusión, no hay ni un solo grupo político que se atreva a defender de forma clara esos principios. ¿Por qué? Marcuse ha triunfado:
Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente

Así, los que hemos defendido la necesidad de estar en Irak somos "asesinos de niños", fascistas, etc. Y eso nos lo dicen los mismos que defienden a uno de los mayores genocidas vivos: el coma-andante Fidel Castro, pero eso sí, muy progre.

Sobre el mismo tema, aconsejo algunos artículos de Pablo Molina en Libertad Digital: El secuestro de la Sociedad Civil

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