¿Tiene España futuro?

Muchos teóricos definen crisis como el momento en el que lo viejo aún no se ha ido y lo nuevo aún no ha llegado. España conoció uno de los mayores crecimientos de su historia en el final de la década de los 90 y comienzo del actual siglo. Era la culminación de un proceso de transición que comenzó en 1960 con los primeros planes franquistas de estabilidad para modernizar la economía y que se completa de alguna manera con el cambio jurídico-político (imprescindible para dar seguridad a los mercados) que se produjo tras la muerte de Franco. Aunque hubo momentos de ralentización del crecimiento, éste se produjo ininterrumpidamente desde 1960 hasta 2008. Los diversos gobiernos que en esos casi 50 años habían sido procuraron el hacer las diversas reformas económicas y políticas para dotar a España de los mecanismos necesarios para mantener el crecimiento: sistema de seguridad social y pensiones, modernización del mercado de trabajo, leyes reguladoras de la competencia, liberalización de mercados y privatización de empresas públicas, reconversiones industriales y un largo etcétera. Quizá algunos pudieron ser más ambiciosos e ir un poco más allá, pero todos, con sus matices ideológicos, fueron avanzando para que España se convirtiera en un país similar al resto de los vecinos europeos. De hecho la convergencia en renta y riqueza no había hecho sino aumentar en esos años... hasta la llegada de Zapatero.

Las reformas que se hagan pueden ser equivocadas, incompletas, pero se hacen. Pero el quedarse pasmao ante la situación que tenemos no es de recibo. España ha perdido diez años y tardará mucho en recuperarlos. Pero, aún siendo la situación muy grave, cabría la posibilidad de recuperarnos. Bastaría con echar al presidente de Gobierno y cambiarlo por el líder de la oposición. Así lo hicimos en 1982 con un acabado proyecto de Suárez para poner al ilusionante González; en 1996 un ahogado por la corrupción y la crisis económica presidente González era sustituido por Aznar... y tras un atentado y su manipulación posterior, los españoles poníamos a un incompetente al frente del país. Hoy podríamos hacer algo parecido: si no hoy, cuando hubiera elecciones, votamos a la oposición, y asunto resuelto. Pero si el Gobierno es un cadáver andante, la oposición no es que ande briosa. Sobre todo porque muchos dudamos de que tenga el valor (o incluso la posibilidad) de aplicar las medidas que el país necesita: freno a las autonomías y nacionalismo que consume nuestros recursos, reformas laborales y de los principales servicios públicos, recorte del gasto público absolutamente brutal, reforma en educación... y eso con los sindicatos en la calle, los nacionalistas amenazando con salirse del sistema (no lo harán, el pesebre tira mucho), miembros destacados del propio partido conspirando para mantener sus prebendas localistas... Sabemos que Zapatero no hará nunca eso, que no se atreverá a realizar las reformas necesarias para que España salga de la crisis, sea competitiva con respecto a sus vecinos y al resto del mundo. Pero es que, viendo el comportamiento de Rajoy, uno puede dudar de que la oposición sea capaz.

Esto lo que hace es preguntarse por el futuro que le espera al país. ¿Puede España salir de la crisis y remontar el vuelo con la actual casta política? ¿Tiene España los líderes (al menos 2, para la alternativa) necesarios para labrarse un futuro? ¿Estamos condenados a ser la cola de Europa?

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