El sistema quebrado de pensiones

Es cierto que el sistema de pensiones público se basa en una suposición un tanto arriesgada: los cotizantes del futuro harán posibles las pensiones del mañana, del mismo modo que los de hoy hacen posibles las pensiones actuales. Es un puro sistema piramidal en el que las inversiones de mañana garantizan las de hoy (Madoff fue condenado por algo similar). Claro, si se reduce el número de cotizantes (como pasa hoy por el descenso de la natalidad y las altas tasas de paro), el sistema es insostenible. A eso sumemos que debido a las mejoras en las condiciones de vida, antes se pagaban pensiones por 10 ó 15 años, y ahora nos vamos a medias mucho más altas, con lo que el número de pensiones a pagar aumenta más aún. El sistema es muy complicado de mantener y si lo ha hecho últimamente ha sido, fundamentalmente, por la llegada de inmigrantes que han suplido la falta de nacimientos. Pero la crisis económica y la falta de reformas en el sistema (que muchos economistas veían obligadas y que hubieran sido mucho menos dolorosas en periodo de bonanza) han hecho que ahora se haga necesaria la modificación de las condiciones de jubilación (pasar de los 65 a los 67 años). Muchos expertos consideran que esta medida no será suficiente y que será necesario el hacer reformas muy profundas para corregir la situación.

Como bien ha indicado Esperanza Aguirre, sólo hay dos maneras de corregir el desaguisado: o se sube el número de cotizantes o se baja el número de pensionistas. Parece que la incapacidad de nuestro presidente para crear las condiciones en las que la creación de empleo sea posible (no se trata al modelo Keynes de crear puestos públicos, sino de crear un sistema económico donde merezca la pena invertir, y para eso son necesarias las reformas estructurales), le han llevado al segundo caso: En vez de incrementar el número de cotizantes, Zapatero disminuye el de pensionistas (Esperanza Aguirre).

Pero el problema quizá esté en el mismo sistema y en su incapacidad de capitalización. En el fondo, como bien ha indicado hoy en un artículo José García Domínguez, los sistemas de pensiones públicos son precarias fortalezas sustentadas en cimientos antes antropológicos que económicos. A saber, que en todo tiempo y lugar los contemporáneos anden dispuestos a engendrar similar prole que sus inmediatos ancestros. En el momento en el que esto se quiebra, no es posible sostener el sistema. Está basado en que cada uno de nosotros sostendrá un anciano (y un niño), del mismo modo que lo hicieron nuestros padres y que harán mis hijos. Si esa proporción se quiebra, el sistema no encuentra sustento. Y en esas estamos. O sea que entre la crisis económica y la crisis de valores de Occidente, estamos quebrando el sistema de futuro... ¿a que mola?

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