Comenzamos el Camino de Santiago

Cierto que hay cuestiones de actualidad que comentar (sí, lo haremos, ¿qué pensabais?), pero hoy os traigo una experiencia que comenzamos ayer un montón de familias: el Camino de Santiago.Hay un tramo madrileño (como podéis ver en el enlace que os he puesto) que va desde el centro de la capital hasta Segovia. Ayer parece que hubiésemos encargado el día. Nada mejor para comenzar el Camino que hacerlo con tiempo gallego: agua a mares. Todo comienza a las 11 horas en la Iglesia de Santiago, situada en la plaza del mismo nombre junto al metro Ópera. Tras la misa del peregrino, nos dan nuestras acreditaciones (aquí todos tienen la suya, incluidos bebés y demás, familias completas) y con una fina lluvia, pero persistente, comenzamos a andar hacia Fuencarral. Imaginaos la escena: más de doscientas personas, con sus mochilas, carritos de bebé, paraguas y chubasqueros atraviesan la ciudad bajo la lluvia. La escena es imponente. Llueve, pero la alegría parece que ilumina más que el sol que, cierto, echábamos en falta. En el Camino (y esa es la primera lección), todo se comparte: los paraguas, los frutos secos que hacen más llevadero el trayecto, el cuidado de los niños... Nos estamos mojando, Madrid es una sucesión de charcos, esa fina agua ya nos ha calado el cuerpo. Pero la alegría no cesa, los niños corretean por la acera, los padres y madres siguen de animada charla....

Y así, a eso de las cinco de la tarde, ya ha parado de llover (milimétrico el sistema meteorológico: a las 16 horas dejaría de llover, y lo clavaron) cuando estamos llegando a la antigua Ciudad Deportiva, y donde hoy se alzan tres inmensas torres (que albergan quizá el Sagrario más alto del mundo). Ya queda poco, y cruzamos el puente que se eleva sobre la M-30 para llegar hasta el barrio de Fuencarral y a la Iglesia de San Miguel... Allí, el párroco nos sella las acreditaciones de haber hecho el primer tramo del Camino de Santiago. Ya cansados, ateridos de frío, volvemos a casa, contentos, felices por haber hecho un pequeño sacrificio por Aquel que nos salvó.

Y el mes que viene, otro tramo... y así, hasta llegar a Santiago en diciembre... ¿Apasionante, verdad? Os animo a hacerlo, allí donde estéis, partid hacia Santiago, renovad vuestra alma en el sacrificio de llegar hasta los pies del Apóstol... Ya os iré contando, pero los que ayer estábamos caminando por Madrid bajo la lluvia, hemos renovado nuestra alegría y nuestra fe, y no caminamos por mantener el tipo...

Comentarios

Sandra Poza ha dicho que…
No podías haberlo contado mejor!, chapó, para la próxima más frutos secos, lo prometo, y esperando que tengamos menos agua, puedo decirte que al leer lo que has escrito, estoy segura que has clavado lo que muchos hemos vivido el pasado domingo, gracias!

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