Salgado, esa demócrata

Como ocurre cada año, el Partido Popular ha sido agredido (en la persona de sus dirigentes) en ese 'oasis catalán', vulgo 'charca', que no ha conocido, por desgracia, la democracia. Ha pasado de la dictadura franquista al nacionalsocialismo... una pena. decíamos que el PP ha sido de nuevo agredido en La Díada (ese invento de una fiesta nacional para una nación inexistente). Ya decimos que entra dentro de lo normal, es parte del paisaje: los nacionalistas agreden a aquellos que no lo son y poco más. Pero lo que ya no es tan normal es que supuestos dirigentes democráticos defiendan a los delincuentes y energúmenos que agreden e insultan a representantes políticos (ojo, en democracia cada diputado representa a todo el cuerpo electoral, no sólo a sus votantes. Aunque el sectarismo progre lo olvide.). Y ahí ha entrado esa amiga del modelo orweliano que es Elena Salgado. Desde que dejó Sanidad al 'carnicero de Valencia' había intervenido poco. Ya no estaba ella allí para velar por lo que fumamos (tabaco no, pero cannabis sí), lo que comemos (nada de XXL, una ensaladita y a seguir), como practicamos sexo... en fin, es como nuestra madre pero el escuálido.

Pero Elena Salgado no defrauda. Y ha vuelto, ejerciendo de ministra de Administraciones Públicas diciendo que lo que le pasa al PP es que 'tiene que aprender convivencia'. No los que amenazan a los que no piensan como ellos, no los que insultan a los representantes del principal partido de la oposición, no los que queman y asaltan las sedes de los partidos de la oposición. No, esos no, el PP.

Esto es lo que tenemos. Esto recuerda a aquel famoso artículo de El Socialista en la II República: 'Un derechista volvía de Misa y pasó por delante de la Casa del Pubelo (sede del PSOE). Ante tamaña provocación...'. Pues eso, ese es el concepto que de libertad, democracia tiene gran parte de la izquierda. Pero es sólo se suma al silencio infame y bastardo del marido de Sonsoles para no apoyar a una alcaldesa que ha tenido los 'santos ovarios' de asumir el cargo en un feudo de Batasuna-ETA y de hacer cumplir la ley y ondear la bandera de España en el Ayuntamiento. Ante eso, cobardía y silencio del jefe de Salgado y villanía y mezquindad por parte de la ministra. ¡Dios! ¿Qué pecado hemos cometido?

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