Requiem por España: ¿tendremos sentencia?
Parece que la gallina por fin va a poner el huevo de la sentencia del Estatuto de Cataluña. Más de cuatro años de deliberaciones para intentar lograr que no fuera una sentencia que echara abajo ese engendro que es el Estatuto que una noche de nicotina y café se inventaron Rodríguez Zapatero y Mas. Un Estatuto que configura una España asimétrica, que genera ciudadanos de primera (los catalanes) y de segunda (el resto que sólo estamos para financiar los delirios de grandeza de una casta política corrupta hasta la médula). Un Estatuto que declara a Cataluña nación (y por tanto nuevo sujeto de soberanía en el futuro) y que otorga la obligación al resto de España de financiar su independencia. Con este Estatuto la quiebra de España es segura, su desintegración un hecho.
Si es grave la corrupción económica transversal que tenemos en este país que aún llamamos España (Gürtel, Bono, Palau...) es mucho peor la corrupción moral que supone la aceptación de un Estatuto como catalán. Porque de la delincuencia económica se sale, cuesta dinero, pero se sale. Pero de la corrupción moral no se sale tan fácilmente. Una sociedad que acepta que la esquilmen y roben de esta manera sin ni siquiera pestañear, una sociedad a la que le retiran su soberanía para darla a una casta política corrupta, una sociedad que acepta su sumisión al poder de manera borreguil es una sociedad ya muerta o camino de serlo.
En EEUU, ante la invasión en las carteras y en las decisiones libres de los ciudadanos que suponen las políticas de Obama, han surgido los movimientos tea-party que se resisten a que washington (forma en la que los americanos llaman a los políticos de la capital) les decida qué hacer con su dinero, a que sustituyan las libres decisiones de los ciudadanos por burócratas que todo lo rigen (al socialista modo europeo, llamado hoy estado del bienestar y que no es sino un marxismo light para mentes preadolescentes), a que metan la mano en su cartera para llevarse el dinero que tanto les ha costado ganar. Nada de eso surge en Europa. Aquí las manifestaciones son para que haga algo el estao y nos dé otra subvención, para que paguen más los que más tienen (Blanco dixit), para que se dé una salida social a la crisis (y que eso quiera decir lo que quiera decir, que no sé si lo saben ni los que lo proponen).
Los europeos, y los españoles en particular, hemos vendido nuestra libertad a los políticos a cambio de que nos den unas migajas en forma de sanidad (de mala calidad y carísima, pero pública, eso sí), o de educación (pública, por supuesto, pero también cara e inservible para hacer de los educandos personas de provecho que puedan competir con el resto del mundo, aunque seamos justos, saben practicar el sexo de más de cien maneras diferentes) o de pensión de caridad. Lo peor es que España está preparada para que los políticos y los jueces del Constitucional (valga la redundancia) trafiquen con nuestra soberanía. Saben que les saldrá gratis. La nación que propugnó el tiranicidio y el magnicidio para aquellos que empobrecieran a los ciudadanos, esa nación está hoy en manos de una casta irresponsable y corrupta. Justo castigo a nuestros pecados...
Si es grave la corrupción económica transversal que tenemos en este país que aún llamamos España (Gürtel, Bono, Palau...) es mucho peor la corrupción moral que supone la aceptación de un Estatuto como catalán. Porque de la delincuencia económica se sale, cuesta dinero, pero se sale. Pero de la corrupción moral no se sale tan fácilmente. Una sociedad que acepta que la esquilmen y roben de esta manera sin ni siquiera pestañear, una sociedad a la que le retiran su soberanía para darla a una casta política corrupta, una sociedad que acepta su sumisión al poder de manera borreguil es una sociedad ya muerta o camino de serlo.
En EEUU, ante la invasión en las carteras y en las decisiones libres de los ciudadanos que suponen las políticas de Obama, han surgido los movimientos tea-party que se resisten a que washington (forma en la que los americanos llaman a los políticos de la capital) les decida qué hacer con su dinero, a que sustituyan las libres decisiones de los ciudadanos por burócratas que todo lo rigen (al socialista modo europeo, llamado hoy estado del bienestar y que no es sino un marxismo light para mentes preadolescentes), a que metan la mano en su cartera para llevarse el dinero que tanto les ha costado ganar. Nada de eso surge en Europa. Aquí las manifestaciones son para que haga algo el estao y nos dé otra subvención, para que paguen más los que más tienen (Blanco dixit), para que se dé una salida social a la crisis (y que eso quiera decir lo que quiera decir, que no sé si lo saben ni los que lo proponen).
Los europeos, y los españoles en particular, hemos vendido nuestra libertad a los políticos a cambio de que nos den unas migajas en forma de sanidad (de mala calidad y carísima, pero pública, eso sí), o de educación (pública, por supuesto, pero también cara e inservible para hacer de los educandos personas de provecho que puedan competir con el resto del mundo, aunque seamos justos, saben practicar el sexo de más de cien maneras diferentes) o de pensión de caridad. Lo peor es que España está preparada para que los políticos y los jueces del Constitucional (valga la redundancia) trafiquen con nuestra soberanía. Saben que les saldrá gratis. La nación que propugnó el tiranicidio y el magnicidio para aquellos que empobrecieran a los ciudadanos, esa nación está hoy en manos de una casta irresponsable y corrupta. Justo castigo a nuestros pecados...
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