La forja de una nación... no la inventó ZP
Un país no es algo que nace de repente. Se forja a lo largo de los años y los siglos con las aportaciones de todos aquellos que lo habitan. Cada acontecimiento, grupo humano, guerra u ocupación va generando una forma de ser, de actuar y sentir como un todo. Pensemos en cualquiera de las naciones que nos rodean: Francia tiene esa grandeur forjada desde el Imperio Carolingio, que continúa con los Borbones y que desemboca en Napoleón (primero dictador y luego Emperador). De Gaulle era un monarca republicano y aún hoy toda la parafernalia francesa es más propia de los reyes que de las repúblicas democráticas con su guardia republicana y todo. Los holandeses tienen un enorme respeto por la libertad individual, quizá fruto de haber sido el primer país que logró que se reconociera la libertad de conciencia de los protestantes en el siglo XVII, el Reino Unido tiene un sistema consuetudinario para la legalidad (no tiene Constitución escrita), mientras que los países latinos creamos nuestro derecho directamente del Romano... Ninguno de estos países nace de la nada, se configura a lo largo de la historia.
Y España es lo mismo. Los primitivos pueblos que ocupaban la Península Ibérica fueron ocupados por unos tipos venidos de Roma que, tras expulsar a los Cartagineses provenientes del Norte de Africa, se hicieron con el control de la Península (a la que llamaron Hispania). Podrían haber perdido ese control, ser derrotados por los cartagineses de Aníbal, y la historia y cultura españolas serían diferentes. No fue así, y los hispanos se convirtieron en ciudadanos de Roma, y algunos de ellos llegaron a ser emperadores (el único requisito era ser ciudadano romano). Pero Roma cayó por el empuje de los pueblos germánicos y España se hizo visigoda. Pero los nuevos habitantes no impusieron una nueva forma de ser hispanos: modificaron aquello que quisieron y acogieron muchas de las cosas que los primitivos pueblos y los romanos tenían. De esa manera surgía una nueva forma de ser, un nuevo pueblo que era mezcla de todas las influencias.
El cristianismo había llegado antes y se había convertido en la religión del Imperio Romano. Los pueblos germánicos la acogieron con rapidez e incluso surgió en él una herejía propia, el arrianismo, que en España provocó alguna guerra entre familias nobles... Pero pronto, España fue católica.
Los musulmanes no lograron destruir la tradición grecorromana y cristiana porque se encontraron con una oposición muy fuerte de los pueblos que poblaban Hispania. Durante ocho siglos lucharon los nativos contra los árabes. Al acabar, algunas cosas habían dejado, como no podía ser de otro modo: conversos, arquitectura, palabras, etc. El nuevo pueblo que surgió tras la Reconquista no era el mismo que existía antes de la llegada de los árabes... ocho siglos habían forjado una identidad de lucha frente al invasor, un sentir común, una idea de nación aún más fuerte basada en aquello que les distinguía de los invasores árabes: el cristianismo, la ley romana, el latín convertido en romance, la libertad individual...
Esa misma forja de nación hizo que se rechazara al invasor francés en el siglo XIX. La misma dictadura franquista (y el anterior periodo revolucionario marxista) ha dejado su huella en la forma de ser de los españoles y en sus tradiciones actuales.
España no surgió en 1975, ni mucho menos es un invento de Zapatero... Por eso, la ingeniería social que está llevando a cabo el presidente es mucho más peligrosa. Querer suprimir las tradiciones españolas (toros, procesiones, presencia de la religión en la vida pública, costumbres, etc.) es ir contra la naturaleza de esta gran nación y un contrasentido. España seguirá aquí, esperemos, después de Zapatero el disgregador. Lo digo por la última sobre las procesiones y la Chacón, la chica pacifista de ZP para terminar con el ejército de España...
Y España es lo mismo. Los primitivos pueblos que ocupaban la Península Ibérica fueron ocupados por unos tipos venidos de Roma que, tras expulsar a los Cartagineses provenientes del Norte de Africa, se hicieron con el control de la Península (a la que llamaron Hispania). Podrían haber perdido ese control, ser derrotados por los cartagineses de Aníbal, y la historia y cultura españolas serían diferentes. No fue así, y los hispanos se convirtieron en ciudadanos de Roma, y algunos de ellos llegaron a ser emperadores (el único requisito era ser ciudadano romano). Pero Roma cayó por el empuje de los pueblos germánicos y España se hizo visigoda. Pero los nuevos habitantes no impusieron una nueva forma de ser hispanos: modificaron aquello que quisieron y acogieron muchas de las cosas que los primitivos pueblos y los romanos tenían. De esa manera surgía una nueva forma de ser, un nuevo pueblo que era mezcla de todas las influencias.
El cristianismo había llegado antes y se había convertido en la religión del Imperio Romano. Los pueblos germánicos la acogieron con rapidez e incluso surgió en él una herejía propia, el arrianismo, que en España provocó alguna guerra entre familias nobles... Pero pronto, España fue católica.
Los musulmanes no lograron destruir la tradición grecorromana y cristiana porque se encontraron con una oposición muy fuerte de los pueblos que poblaban Hispania. Durante ocho siglos lucharon los nativos contra los árabes. Al acabar, algunas cosas habían dejado, como no podía ser de otro modo: conversos, arquitectura, palabras, etc. El nuevo pueblo que surgió tras la Reconquista no era el mismo que existía antes de la llegada de los árabes... ocho siglos habían forjado una identidad de lucha frente al invasor, un sentir común, una idea de nación aún más fuerte basada en aquello que les distinguía de los invasores árabes: el cristianismo, la ley romana, el latín convertido en romance, la libertad individual...
Esa misma forja de nación hizo que se rechazara al invasor francés en el siglo XIX. La misma dictadura franquista (y el anterior periodo revolucionario marxista) ha dejado su huella en la forma de ser de los españoles y en sus tradiciones actuales.
España no surgió en 1975, ni mucho menos es un invento de Zapatero... Por eso, la ingeniería social que está llevando a cabo el presidente es mucho más peligrosa. Querer suprimir las tradiciones españolas (toros, procesiones, presencia de la religión en la vida pública, costumbres, etc.) es ir contra la naturaleza de esta gran nación y un contrasentido. España seguirá aquí, esperemos, después de Zapatero el disgregador. Lo digo por la última sobre las procesiones y la Chacón, la chica pacifista de ZP para terminar con el ejército de España...
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