Se equivoca la Conferencia Episcopal
La cuestión del velo islámico está provocando un curioso debate en la sociedad española. Mientras el Gobierno se posiciona a favor del velo, cosa normal dada sus costumbres, los liberales nos manifestamos en contra y la sorpresa está en que la Conferencia Episcopal se muestre a favor del velo. El argumento es correcto, pero la premisa falsa. Me explico: la religión tiene derecho a ser expresada en público y, por tanto, no tiene sentido prohibir el que alguien exprese sus creencias en el ámbito público. Pero es que la premisa (que el velo es un símbolo religioso) es falsa. El velo es un símbolo de sumisión inaceptable en una sociedad occidental democrática. Las mujeres son obligadas por los varones islamistas a llevar el velo. Ningún sacerdote u obispo católico defiende hoy aquello de San Pablo de que la mujer en la iglesia que se calle y si no entiende algo que lo pregunte al marido en casa. Esa frase podría tener su sentido en el siglo I cuando la mujer no aprendía ni a leer ni a escribir, y cuando era evidente que si quería saber algo o interrumpía la liturgia o bien preguntaba a un hombre. Pero la Iglesia Católica no ha mantenido intactas las tradiciones que venían del primitivo judaísmo que eran incompatibles con los cambios sociales. Así, una mujer ha podido dirigir dicasterios vaticanos o presidir una delegación del Papa en una conferencia internacional, o ser consultoras en un Concilio. La sociedad cambia, y cambia por tanto aspectos externos de la religión sin modificar nada de lo sustancial. Hemos dejado el latín por las lenguas vernáculas sin que cambie la fe.
La Iglesia Católica mantiene una igual dignidad entre hombre y mujer. Pero no así el Islam que defiende en el Corán la menor dignidad de la mujer con respecto al hombre y el Corán no se puede ni interpretar. Así, el hombre puede golpear a la mujer de la cual sospeche desobediencia, la mujer no puede tener derecho a elegir marido, no puede repudiarlo, tiene negado el placer sexual que sí tiene el hombre, aunque haya sido dado por Dios, su testimonio vale la mitad que el de un hombre, tiene derecho a la mitad de la herencia... y un largo etcétera, entre el que se encuentra el di a las mujeres creyentes que deben bajar su mirada y proteger su pudor, y que no deben mostrar su belleza y adornos, excepto lo que sea visible por si mismo, que deben colocar sus velos sobre su pecho y no mostrar su belleza, excepto a sus maridos (Coran 24, 30-31). Cierto que se usaba en otras culturas de la misma zona y época, pero en Occidente ha quedado como cuestión interior mientras que el Islam lo mantiene como valor externo de sumisión de la mujer. Pero el islam es claro: toda ella es desnudez y la desnudez hay que ocultarla.
La comparación que hace Martínez Camino con el crucifijo no tiene nada que ver, no es comparable: Cristo crucificado es un símbolo de perdón, de uno que murió por los pecados de todos para perdonar, es un símbolo de misericordia que nos recuerda que en esos brazos abiertos todos estamos arropados. El yijab implica sumisión, recordar a la mujer que es inferior al hombre que a él debe estar sujeta. Uno, el Crucificado es símbolo de libertad, el otro, el yijab, es símbolo de esclavitud. Es evidente que la Conferencia Episcopal intenta ganar apoyos para oponerse a la ley de libertad (sic) religiosa que prepara el Gobierno de Zapatero, igualando Islam y cristianismo, pero no es lo mismo. Pretender que el islam es una religión más cuando lo que predica podría aparecer en el Mein kampf , es cuanto menos curioso. Supongamos que alguien escribiera cosas como estas: ¡Amonestad a aquellas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo cuando queráis! Matadles doquiera que los halléis y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado. ¿Qué opinaría de esto la Conferencia Episcopal? Pues esto es literal del Corán. Nada espero en nuestra defensa de la izquierda española vendida al cualquier sátrapa, sea sultán o dictador caribeño, pero de mis pastores espero que nos defiendan de algo que amenaza con terminar con la cultura occidental: el islam.
La Iglesia Católica mantiene una igual dignidad entre hombre y mujer. Pero no así el Islam que defiende en el Corán la menor dignidad de la mujer con respecto al hombre y el Corán no se puede ni interpretar. Así, el hombre puede golpear a la mujer de la cual sospeche desobediencia, la mujer no puede tener derecho a elegir marido, no puede repudiarlo, tiene negado el placer sexual que sí tiene el hombre, aunque haya sido dado por Dios, su testimonio vale la mitad que el de un hombre, tiene derecho a la mitad de la herencia... y un largo etcétera, entre el que se encuentra el di a las mujeres creyentes que deben bajar su mirada y proteger su pudor, y que no deben mostrar su belleza y adornos, excepto lo que sea visible por si mismo, que deben colocar sus velos sobre su pecho y no mostrar su belleza, excepto a sus maridos (Coran 24, 30-31). Cierto que se usaba en otras culturas de la misma zona y época, pero en Occidente ha quedado como cuestión interior mientras que el Islam lo mantiene como valor externo de sumisión de la mujer. Pero el islam es claro: toda ella es desnudez y la desnudez hay que ocultarla.
La comparación que hace Martínez Camino con el crucifijo no tiene nada que ver, no es comparable: Cristo crucificado es un símbolo de perdón, de uno que murió por los pecados de todos para perdonar, es un símbolo de misericordia que nos recuerda que en esos brazos abiertos todos estamos arropados. El yijab implica sumisión, recordar a la mujer que es inferior al hombre que a él debe estar sujeta. Uno, el Crucificado es símbolo de libertad, el otro, el yijab, es símbolo de esclavitud. Es evidente que la Conferencia Episcopal intenta ganar apoyos para oponerse a la ley de libertad (sic) religiosa que prepara el Gobierno de Zapatero, igualando Islam y cristianismo, pero no es lo mismo. Pretender que el islam es una religión más cuando lo que predica podría aparecer en el Mein kampf , es cuanto menos curioso. Supongamos que alguien escribiera cosas como estas: ¡Amonestad a aquellas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo cuando queráis! Matadles doquiera que los halléis y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado. ¿Qué opinaría de esto la Conferencia Episcopal? Pues esto es literal del Corán. Nada espero en nuestra defensa de la izquierda española vendida al cualquier sátrapa, sea sultán o dictador caribeño, pero de mis pastores espero que nos defiendan de algo que amenaza con terminar con la cultura occidental: el islam.
Comentarios
Gracias de nuevo. Da gusto poder dialogar con personas educadas e inteligentes, aunque sea desde la discrepancia.