El aquelarre como síntoma

El otro día se celebró en la Universidad Complutense un acto de apoyo a Baltasar Garzón presidido por el Rector de la misma, Berzosa y acompañado de los líderes sindicales Fernández Toxo y Méndez, con la presencia de líderes del PSOE como Gaspar Zarrías, miembros insignes del poder judicial añejo como Jiménez Villarejo y un largo etcétera de progres de cuello blanco. Muchos se han centrado en el ataque a la independencia del poder judicial que supone, la escasa respuesta del Supremo y el Consejo amparando a los jueces independientes, pero a mí lo que sorprende es que esto no es sino un síntoma de la situación de la nación española. Porque si bien es cierto que ya teníamos indicios de que la separación de poderes (verdadera piedra de toque de una democracia) en España es una simple quimera, este acto ha demostrado que la izquierda radical está dispuesta a lo que sea con tal de lograr sus objetivos. Porque la unión de sindicatos (que no realizan actos en defensa de los parados sin posibilidad de encontrar empleo, que no buscan puntos de encuentro con los empresarios para generar más empleo), universidad (vale, sólo es el rector, pero hace de anfitrión de este acto antidemocrático), política (Zarrías es secretario de Estado) y parte de la judicatura para que se violente el Estado de Derecho, se permita a alguien que ha violado la ley (presuntamente) el que ni siquiera se le investigue (porque no olvidemos que nadie ha condenado aún a Garzón), convirtiendo a los miembros de la izquierda en inimputables, en una casta aparte que puede hacer con la ley lo que le dé la gana sin que esté sometido al control del resto de poderes.

De esta manera se crean ciudadanos de primera (los miembros del politburó y demás acólitos de izquierda) y ciudadanos de segunda y tercera (el resto). A partir de ese momento, la democracia desaparece, el Estado de Derecho pasa a ser Estado de Deshecho, los ciudadanos son súbditos sometidos al arbitrio del poderoso. Una nueva casta, como en el Absolutismo monárquico, nace: la izquierda, dueña del Estado, propietaria de vidas y haciendas, sólo sujeta a su capricho. Eso es lo que se defendía en la Complutense: el estado soviético, el nazismo o el modelo cubano. No hay libertad sin derecho, y no hay derecho si hay individuos que pueden estar ajenos a él.

No sé si Garzón es culpable o no (aunque todo apunta muy mal y mi opinión es que prevaricó en los tres casos supuestos: enjuiciar un caso para el que no tenía competencia, solicitar dinero a un banquero al que luego exoneró en un caso y escuchar ilegalmente las conversaciones abogado-cliente), pero, desde luego, debe ser juzgado, y en su caso, condenado o no, pero nadie puede estar fuera del arbitrio de la ley.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El primer ministro australiano y la inmigración

Bruselas, última parada?

Discutiendo sobre sistemas políticos