El parlamento y la libertad de expresión
Hemos dicho muchas veces que la estupidez humana no conoce ni limites ni fronteras. Y la desfachatez, tampoco. Uno puede coincidir o no con el Papa y la Iglesia en lo referente a la erradicación del SIDA. Aunque la opinión del Papa de que el reparto masivo de preservativos sólo agravará el problema ha sido apoyada por expertos en la enfermedad, y de que el método de la abstinencia y la fidelidad es el único que parará la enfermedad, eso no ha impedido, decimos, que la izquierda 'bien pensante' y progre, con el inestimable apoyo del lobby rosa, se haya lanzado a la yugular del Santo Padre.
Porque todo el mundo puede opinar sobre lo que quiera y así hay quienes critican que la Iglesia haga campañas a favor de la vida y explicando la posición de la Iglesia en esta materia, o que promueva la defensa de la libertad de elección de los padres en educación, o la posición de la Iglesia en lo referente a la fecundación in vitro y los bebés medicamento... Todo el mundo puede opinar. Incluso hay quienes se meten en el gobierno de la Iglesia y critican que no haya mujeres sacerdotes y exigen a la Iglesia (a la que dejaron de pertenecer hace tiempo) que se 'adecue a los tiempos si no quiere perecer' (curioso esto, porque la Iglesia no se ha adaptado nunca y es la institución más antigua existente, y ya ha visto pasar por delante el 'cadáver' del Imperio Romano, los Estados nacionales del Renacimiento, los diferentes imperios británico, francés, español... y ahí sigue, 'hasta el fin de los tiempos'). Pero se le ha ocurrido al Papa opinar sobre uno de esos 'mantras' de la progresía mundial que es que las enfermedades de transmisión sexual se evitan, no evitando la promiscuidad sexual, sino 'plastificando' el sexo. De nada importa que la realidad les lleve la contraria y que a más condón más Sida. Siempre encontrarán el socorrido argumento de que no se ha 'invertido lo suficiente en prevención' (lo que implica más dinero para los fabricantes de condones), que curiosamente es el mismo que utilizan los del 'sindicato de la zeja' para explicar porqué no se ve más cine español y porqué el español medio prefiere el cine yanqui: hay que invertir más.
Pero puede ser admisible que haya quien critique las palabras del Papa, aunque sería deseable que fuera con argumentos y razones y no simples 'disparos al hombre'. Pero bueno. Ahora bien, que los que ocupan el templo de la palabra, aquellos que tienen su razón de ser en discutir sobre las cuestiones que afectan a la vida pública, aquellos que están protegidos legalmente para opinar y hablar sobre cualquier tema, que esos hagan un inmenso aquelarre para 'condenar' (sic) la opinión del Papa sobre el preservativo y el Sida, es francamente preocupante. Porque si cualquiera vamos a estar expuestos a que se junten los parlamentarios, no ya para legislar, sino hasta para indicarnos qué debemos pensar y decir, como una auténtica 'policía del pensamiento'. George Orwell palidecería ante este nuevo 'Gran Hermano' que han montado nuestros progres.
Porque primero fue Bélgica la que lo hizo, y ahora nuestro Parlamento ha aprobado en Junta de portavoces que se lleve al pleno una moción de condena al Papa. Saldrá adelante, como decíamos al principio, la estupidez humana no conoce límites. Ahora, el hecho de que Ana Pastor y Celia Villalobos (de la mujer de Arriola no nos sorprende tanto, lo que sorpredne es que siga en el PP) hayan votado a favor en esa Junta debe hacernos pensar: ¿qué entiende el PP o parte de él por 'libertad de expresión y pensamiento'? ¿Tienen derecho los católicos y el Papa a no seguir la línea 'oficialista' y políticamente correcta en estas materias? Mariano a lo mejor puede aclarárnoslo...
Porque todo el mundo puede opinar sobre lo que quiera y así hay quienes critican que la Iglesia haga campañas a favor de la vida y explicando la posición de la Iglesia en esta materia, o que promueva la defensa de la libertad de elección de los padres en educación, o la posición de la Iglesia en lo referente a la fecundación in vitro y los bebés medicamento... Todo el mundo puede opinar. Incluso hay quienes se meten en el gobierno de la Iglesia y critican que no haya mujeres sacerdotes y exigen a la Iglesia (a la que dejaron de pertenecer hace tiempo) que se 'adecue a los tiempos si no quiere perecer' (curioso esto, porque la Iglesia no se ha adaptado nunca y es la institución más antigua existente, y ya ha visto pasar por delante el 'cadáver' del Imperio Romano, los Estados nacionales del Renacimiento, los diferentes imperios británico, francés, español... y ahí sigue, 'hasta el fin de los tiempos'). Pero se le ha ocurrido al Papa opinar sobre uno de esos 'mantras' de la progresía mundial que es que las enfermedades de transmisión sexual se evitan, no evitando la promiscuidad sexual, sino 'plastificando' el sexo. De nada importa que la realidad les lleve la contraria y que a más condón más Sida. Siempre encontrarán el socorrido argumento de que no se ha 'invertido lo suficiente en prevención' (lo que implica más dinero para los fabricantes de condones), que curiosamente es el mismo que utilizan los del 'sindicato de la zeja' para explicar porqué no se ve más cine español y porqué el español medio prefiere el cine yanqui: hay que invertir más.
Pero puede ser admisible que haya quien critique las palabras del Papa, aunque sería deseable que fuera con argumentos y razones y no simples 'disparos al hombre'. Pero bueno. Ahora bien, que los que ocupan el templo de la palabra, aquellos que tienen su razón de ser en discutir sobre las cuestiones que afectan a la vida pública, aquellos que están protegidos legalmente para opinar y hablar sobre cualquier tema, que esos hagan un inmenso aquelarre para 'condenar' (sic) la opinión del Papa sobre el preservativo y el Sida, es francamente preocupante. Porque si cualquiera vamos a estar expuestos a que se junten los parlamentarios, no ya para legislar, sino hasta para indicarnos qué debemos pensar y decir, como una auténtica 'policía del pensamiento'. George Orwell palidecería ante este nuevo 'Gran Hermano' que han montado nuestros progres.
Porque primero fue Bélgica la que lo hizo, y ahora nuestro Parlamento ha aprobado en Junta de portavoces que se lleve al pleno una moción de condena al Papa. Saldrá adelante, como decíamos al principio, la estupidez humana no conoce límites. Ahora, el hecho de que Ana Pastor y Celia Villalobos (de la mujer de Arriola no nos sorprende tanto, lo que sorpredne es que siga en el PP) hayan votado a favor en esa Junta debe hacernos pensar: ¿qué entiende el PP o parte de él por 'libertad de expresión y pensamiento'? ¿Tienen derecho los católicos y el Papa a no seguir la línea 'oficialista' y políticamente correcta en estas materias? Mariano a lo mejor puede aclarárnoslo...
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