A Teddy Bautista: Canción del Pirata

Dedicada a Teddy Bautista, ese prócer de las libertades, ese hombre que ahora ha decidido gastar el pastón que nos saca de nuestros bolsillos al comprar un CD o DVD en blanco en espiar a aquellos que criticamos que una entidad privada de millonarios se dedique a recaudar un impuesto por si acaso que es lo que es el canon digital. Le marco al señor Bautista (para que no se esfuerce en leerla entera, no sea que el exceso de cultura - y no kultura- le dañe el entendimiento) los trozos interesantes. Por cierto, esta copiada, no he pagado canon a los herederos de Espronceda. Esperaré que venga a batirse en duelo como buen romántico, aunque me extrañaría que don José de Espronceda aprobara el que una panda de burócratas viva de su arte. Ahí va La Canción del Pirata.

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos

y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Supongo que te habrás dado cuenta que la palabra riela (Vibrar, temblar) rompe la longitud del verso, puesto que tendría 7 sílabas.

Por eso Espronceda procedió a romper el diptongo colocando una dieresis en la i.

Así que el verso debería quedar así:

La luna en el mar rïela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;

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