Sanidad insiste en el error del condón

Las rimas son muy malas para los títulos, pero no me resisto a hacerlo. Es sorprendente que desde la progresía patria se insista en políticas fracasadas para luchar contra los embarazos adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual. Y todavía es más absurdo cuando todos esos males se van a cebar fundamentalmente sobre las capas más desfavorecidas de la sociedad, aquellos a los que dicen defender. Los números son claros, las estadísticas lo exponen con meridiana claridad: a más campañas de uso del preservativo, a más campañas de píldora del día después, etc., más embarazos entre adolescentes (sin contar aquellos embarazos que son abortados por la píldora del día después) y aumento de las ETS. Estos datos desmontan la teoría de que todo el problema es de falta de información entre los jóvenes y los 'grupos de riesgo'. Información ahora mismo, toda.

Pero entonces, ¿qué está fallando? ¿Por qué estos datos tan poco prometedores? Quizá el problema no está en la información, quizá no está en el acceso a los métodos anticonceptivos (que se pueden encontrar ya gratis en cualquier lugar)... Quizá el problema es de formación y no de información. El sexo ha quedado reducido a un divertimento más, separado del amor y, por supuesto, de la procreación. Así, no es más que un juego, una variante de la Playstation... Además, estas campañas quieren transmitir que además de ser un juego, no tiene consecuencias, por lo que es un juego de lo más alucinante: placentero (el sexo es quizá uno de los mayores placeres que Dios ha dado al hombre, quizá por su importancia, por lo que supone de participación en su poder divino), sin responsabilidades...

Y así, cuando pasa el tiempo tenemos el problema encima, con una chica de 15 años embarazada, con un novio (rollete, colega...) que en ese momento se da a la fuga asustado ante la que se le viene encima. Y lo que hacemos son estadísticas: x embarazos no deseados, z abortos en adolescentes y $ beneficios para las empresas de profilácticos (que son los que realmente se forran con este negocio de la muerte). Pero la realidad es bien distinta: son vidas rotas, niñas que hemos convertido en mujeres en un día, chicos que ya no respetan el valor de la vida, juguetes rotos. Pero juguetes rotos que tienen nombre y apellidos, que son nuestros hijos, hermanos, amigos...

Y estos sacamantecas, morines que se llevan su pasta a Suiza ríen desde el Infierno... ¿Despertaremos algún día?

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