¿Puede un juez tener ideología?

Esta pregunta ha saltado estos días a los medios de comunicación tras la inculpación de un magistrado por negar la patria potestad a dos lesbianas, argumentando en su sentencia que su modo de vida no es el más adecuado para el menor. Las 'madres' (curioso eufemismo, como si se pudiera parir a dos) demandaron al juez que se puede ver, con el jolgorio y saña habitual en la izquierda progre, expulsado de la carrera judicial. El aspecto puramente judicial queda en manos de los expertos en leyes (por cierto, pocos han hablado en este caso, y del hecho de que quien tiene que juzgar la idoneidad es un juez, con criterios bastante laxos de por sí), pero sí me interesa mucho el aspecto puramente político o social del asunto.

Porque muchos han argumentado que si la ley permite la adopción a homosexuales, nada debe impedir a estas señoras el tener la patria potestad compartida o argumentar contra la adopción por parte de estos colectivos. El juez sería, según la progresía patria, un mero burócrata que aplica la ley, que no la analiza, que no es capaz de oponerse a la injusticia. Es una consecuencia de aceptar que no existen principios universales sobre los que basarse, lo que hemos denominado ley natural. Según eso, siguiendo el mismo argumentario, no podríamos condenar a los jueces alemanes que lo fueron a cadena perpetua tras los juicios de Nürenberg, ya que se limitaron a cumplir la ley. Recomiendo al lector ver de nuevo la estupenda película de Stanley Kramer y protagonizada por Spencer Tracy, Los Juicios de Nüremberg. Allí se expone que los jueces que aplicaron las leyes de Protección de la Sangre Alemana y del Honor Alemán cometieron delitos de genocidio y contra la humanidad por aplicar dichas leyes y no oponerse a ellas, porque, como bien indica el personaje de Tracy, la gravedad de los actos de los magistrados es el haber participado conscientemente en un sistema que tenía por objeto la destrucción de capas completas de la sociedad. Especialmente duro es el personaje Dan Haywood con Ernst Janning (Burt Lancaster), una eminencia en Derecho, cuyos libros se estudiaban en las facultades de todo el mundo al decirle que si usted se hubiese opuesto, muchos le habrían seguido, habría podido contribuir a parar esa injusticia. El argumento que se emplea para afirmar que los jueces son culpables por no oponerse a las leyes nazis es que la justicia tiene unos aspectos intemporales y universales en cualquier lugar o cultura.

Janning afirma esto para acusarse a sí mismo: ¿dónde estábamos cuando Hitler empezó a destilar odio en el Reichstag? ¿dónde estábamos cuando se llevaban a nuestros vecinos por la fuerza en plena noche a Docheau? ¿dónde estábamos cuando en cada aldea del país había una terminal que recibía vagones de carga para llenarlos de niños y despacharlos a los campos de exterminio? ¿dónde estábamos cuando nos gritaban en la noche? ¿estábamos sordos?¿mudos?¿ciegos? Mi abogado dice que no sabíamos nada del exterminio de millones. Les pondrá como excusa que pensábamos que eran cientos no millones ¿eso nos libera de culpa? quizá no sabíamos los detalles, pero si no sabíamos era porque no queríamos saber.

Copio lo que dice Haywood en su sentencia en la película: si los acusados hubiesen sido seres pervertidos y degenerados, si todos los jerarcas del Tercer Reich hubiesen sido monstruos sádicos y maniáticos, estos hechos no hubieran tenido mayor relevancia moral que un terremoto o un desastre natural. Pero en este juicio se demostró que en una situación de crisis nacional, los hombres ordinarios e incluso los capaces y extraordinarios pueden engañarse a sí mismos y cometer delitos tan grandes y atroces que superan su propia imaginación.

Esa es la razón de su condena, que pudiendo y debiendo en conciencia, oponerse a una ley injusta, no lo hicieron. ¿Acaso Enric Sopena o María Antonia Iglesias están en contra de la sentencia de Nüremberg en la que se ha basado toda la jurisprudencia internacional para juzgar y condenar a militares y funcionarios por su participación en crímenes, desmontando la teoría de la obediencia debida? Un juez puede y debe oponerse a una ley que considera injusta, argumentándolo en su caso, podrá ser después revocada su sentencia por otro Tribunal superior, pero debe dictar sentencia en conciencia. Pero es que en este caso, además, subyace el hecho de que la ley que permite adoptar a los homosexuales al equiparar sus uniones al matrimonio (en una deformación de la figura jurídica hasta dejarla irreconocible) está recurrida al Constitucional, y por tanto no es claro todavía que esa ley no sea, además de un dislate, inconstitucional.

Por tanto, un juez, como cualquier otra persona en su trabajo debe actuar siempre movido por la razón y su conciencia, aunque ese actuar pueda costarle una sanción (puede ser el caso si el Tribunal considera que aplicó mal la ley), pero en ningún caso el tener una u otra forma de pensar le inhabilita para ejercer el Derecho...

Comentarios

Alberto Esteban ha dicho que…
Estoy de acuerdo. Un juez, igual que un médico, deben actuar basándose en la legislación o el conociemiento vigente, aunque contradiga sus principios. Cuando uno se pone una toga o una bata deja de tener ideología propia. O así debería ser.

Saludos
Pues yo no estoy de acuerdo. Un juez y un médico y un periodista, deben actuar siempre según su conciencia. Lo contrario es un fraude a sí mismo y a los demás. Suponte que ahora aprueban lo de la eutanasia en los términos siguientes: puede ser pedido por el enfermo o sus familiares en caso de que el médico considere que no está capacitado.

¿Debe actuar en conciencia el médico y considerar que si da la incapacidad al enfermo sus familiares están como locos por heredar? Si sabe que la incapacidad ha sido lograda de forma irregular (aunque no pudiera probarlo), ¿debe negarse a practicar la eutanasia aunque 'formalmente' sea correcto todo?

Según tu planteamiento, nadie es responsable de sus actos, ya que siempre habrá uno por encima que deba ser obedecido (una ley inicua). Existen leyes universales fuera del derecho positivo, leyes que no pueden violentarse sin que se violente al ser humano. ¿Un ejemplo? El regimen nazi. Según tu planteamiento sólo unos pocos serían culpables, cuando todos debían oponerse a ello... según su ideología, aunque no sea la dominante. El bien se busca y el mal se sufre, no se practica.

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