Y mientras los republicanos defienden la vida

Copiamos el artículo de Jeff Jacoby en Periodista Digital. Evidentemente en EEUU están dando la batalla que nuestra derecha no está dando. Así les va a unos y a otros:

El aborto se cuela en la campaña electoral

(Jeff Jacoby).-Durante un acto informal de campaña en Pennsylvania el pasado marzo, el Senador Barack Obama era preguntado por los adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual.

Él respondía que “la prevención más importante es la educación,” incluyendo “la información sobre métodos anticonceptivos.” A continuación añadía: “Mire, yo tengo dos hijas ‐ de 9 y 6 años de edad. Primero voy a enseñarles todo lo relativo a valores y moral, pero si cometen un error, no quiero verlas castigadas con un bebé. No quiero verlas castigadas con una enfermedad de transmisión sexual a los 16 años.”

Si Obama hubiera pretendido decepcionar a los votantes contrarios al aborto, no podría haber pronunciado cuatro palabras más adecuadas que “castigadas con un bebé.” La equiparación de un nuevo hijo con un castigo ‐ incluso si el embarazo no era buscado ‐ hizo descubrir colmillos, y la campaña de Obama rápidamente difundía una aclaración. El candidato, un padre amante con dos hijos, piensa que “los hijos son milagros,” rezaba; solamente pretendió subrayar la importancia de reducir el embarazo adolescente. Pero las palabras improvisadas de Obama no necesitaban de ninguna aclaración. Plasman apropiadamente la posición radical en materia de “elección” que ha venido desarrollando en su carrera.

Lo que provoca el revelador giro de formulación de Obama, por supuesto, es el embarazo de la hija soltera de 17 años de la Gobernadora Sarah Palin.

“Nuestra hermosa hija Bristol vino a nosotros con noticias que como padres sabíamos que podían obligarla a madurar más rápidamente de lo que hubiéramos planeado nunca,” anunciaban en una declaración Palin y su marido. “Nos enorgullece la decisión de Bristol de tener a su hijo y nos enorgullece aún más convertirnos en abuelos. Mientras Bristol se enfrenta a las responsabilidades propias de la madurez, sabe que tiene nuestro amor incondicional y nuestro apoyo. Bristol y el joven con el que se va a casar van a descubrir rápidamente las dificultades de criar un hijo, lo cual es el motivo de que cuenten con el amor y el apoyo de nuestra familia entera.”

De acuerdo, Obama estaba tomando parte en una especulación hipotética, mientras los Palin se enfrentan a un desafío familiar real. ¡Pero vaya contraste! Para el candidato Demócrata, el hijo imprevisto de una hija adolescente es un castigo que hay que evitar; para la candidata Republicana a la vicepresidencia, es una bendición a recibir, con dificultades y todo.

La polaridad de las reacciones de los candidatos sería enorme incluso si estos incidentes fueran los únicos. Pero en ambos casos refuerzan la trayectoria que cada campaña aporta a la pregunta emotiva de la vida en el útero. Éstas no son en absoluto las primeras presidenciales en confrontar a un Republicano contrario al aborto con Demócratas abortistas. Nunca antes, sin embargo, la diferencia ha sido tan obvia.

Obama defiende el derecho al aborto de manera más amplia aún que la amparada en el veredicto de Roe vs. Wade. “Lo primero que haré como presidente,” aseguraba al Planned Parenthood Action Fund el año pasado, “es introducir en vigor la Ley de Libertad de Elección.” La legislación no solamente recogería el veredicto, eliminaría hasta las restricciones al aborto que permite el Supremo ‐ la prohibición federal a la financiación pública del aborto, por ejemplo, o la obligación de informar a los padres, o la ley que prohíbe el aborto cuando hay probabilidades de que el feto sea extraído con vida.

Durante el foro del mes pasado en la iglesia de Saddleback, Obama era preguntado por el momento en que “un bebé tiene derechos humanos.” Él salía por la tangente: “Responder a esa pregunta con concreción, ya sabe, queda más allá de mis competencias legislativas.” Pero no hay nada dubitativo o equívoco en la postura de Obama con el aborto. Siendo legislador de Illinois, se opuso a una propuesta de ley que aclaraba que los prematuros nacidos con vida tras sobrevivir a un aborto infructuoso deben ser protegidos y no pueden ser abandonados para morir simplemente o ser asesinados. Incluso después de que una legislación virtualmente idéntica ‐ la Ley de Protección de Infantes Nacidos con Vida de 2002 ‐ fuera aprobada unánimemente en la Cámara y el Senado de los Estados Unidos, Obama siguió oponiéndose a la versión de Illinois. En el aborto, ningún candidato presidencial ha sido nunca tan radical.

¿Y cuándo una lista electoral Republicana ha sido tan decididamente contraria al aborto? El Senador John McCain, recurso seguro de los votos contrarios al aborto en el Senado, es padre de siete hijos, incluyendo un huérfano adoptado en Bangladesh. Su compañera de lista carece del historial de votación de McCain, pero su postura resulta aún más impresionante. Cuando Palin y su marido supieron el pasado invierno que ella estaba embarazada de un niño con síndrome de Down, ni siquiera se plantearon no tenerlo. Más del 90% de las mujeres estadounidenses embarazadas en la misma situación eligieron el aborto. Palin eligió la vida.

“Entendemos que toda vida inocente tiene un potencial maravilloso,” decía unos días después de nacer en abril Trig Paxson Van Palin. “Le miro ahora mismo y veo la perfección.”

Las ambigüedades pueden entorpecer la campaña 2008, pero no en lo referente al aborto. Los próximos presidente y vicepresidente serán los más partidarios del aborto en la historia de los Estados Unidos. O los más contrarios al aborto.

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