La 'Iglesia Roja'

Esta Semana Santa ha llamado la atención de mucha gente la decisión del Arzobispado de Madrid de convertir la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías en un centro diocesano de Caritas y cerrar la parroquia al culto. Es curiosa la atención que ha despertado el caso entre quienes no son precisamente hijos modélicos de la Iglesia. Cuando el pasado domingo pude ver en las Noticias de televisión como El Gran Wyoming, 'Berdemes' varios y el mismo Pedro Zerolo se acecaban a 'comulgar' en dicha parroquia dije: 'si los que odian a la Iglesia están con estos, han tenido que hacer algo mal, seguro'. Y efectivamente, pese a lo que han dicho los 'voceros' gubernamentales, esta decisión es la consumación ante una actitud que no hubiese sido admitida en ninguna institución humana durante tanto tiempo. Desde los años 80, se llevan acumulando en la mesa de los obispos que han sido las irregularidades y denuncias ante los excesos en la liturgia, los errores en la catequesis... Y sólo ahora, cuando las diversas reconvenciones no han surtido el efecto deseado, la Iglesia se ha visto obligada a actuar. Como en el caso que comentábamos de Sobrino, la Iglesia es Madre y ahora deja a estas personas que continúen la labor que mejor hacen: la asistencia social.

Pero se han alejado de la fe en otros puntos y la Iglesia debe velar por ellos. No se pueden consagrar rosquillas y cerveza. Eso no lo puede cambiar ni el Papa. Sorprende además la ignorancia de los periodistas que entrevistaban a los sacerdotes (esos ya no son ignorantes) afirmando que 'lo único contra ustedes son aspectos formales de la liturgia'. No, señora mía, no son 'aspectos formales'. En un sacramento la materia y la forma van intrínsecamente unidas y son imprescindibles para que haya sacramento. No se puede bautizar con Borgoña sino con agua, se deben decir las palabras indicadas a tal efecto y no vale cualquier frase que se me pase por la mente. Y de otro modo, ese sacramento es inválido. No es formal.

Y esa es la gran cuestión que se debate aquí. Los sacramentos son definidos por la Iglesia y los sacerdotes son ministros (actán en lugar de ésta) y por tanto no pueden, sin engañar a los fieles, hacer otra cosa que aquello que la Iglesia indica. La Iglesia debe garantizar que el mensaje y sacramentos que se imparten aquí y en Pernambuco son los mismos. Y en San Carlos Borromeo ya no eran los mismos.

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