Mi mujer y yo, con los niños, somos nación


Pues sí, según la definición de Rodríguez zapatero, ilustre constitucionalista, una nación no es más que un grupo de personas que deciden vivir en común, con una historia compartida y unos valores comunes, un proyecto de presente y de futuro. Pues mira por dónde, eso coincide con lo que tenemos mi mujer y yo. Porque ahora que el matrimonio ha desaparecido del ordenamiento jurídico, convirtiéndose en cualquier cosa (desde la unión de homosexuales a la menage à trois, pasando por la zoofilia, que a todo llegaremos y con derecho de adopción, siempre que haya un lobby dispuesto a defenderlo y consiga transmitir que eso es progre), pues yo quiero ser nación, que suena como muy guay. Y lo explico: Grupo de personas que deciden vivir en común, pues eso, mi mujer y yo en referéndum que hicimos hace unos años, en uso de nuestro derecho de autodeterminación, decidimos unirnos y vivir en común. Con una historia compartida, pues de momento más de 12 años entre noviazgo y matrimonio nos contemplan, o sea, que historia hay y en algunos casos más gloriosa que la catalana, que se vendió en su día al francés. Unos valores comunes, basados en el amor mutuo, la ayuda y cooperación recíproca. Un proyecto de presente y de futuro, y ahí entran también mis hijos que son nuestro mayor proyecto.

O sea, que puedo constituirme en nación. Luego pido la relación entre iguales con el Estado español (conformado por varias naciones de estas) y pacto la financiación y las deudas que las paguen el resto de gente (ellos no son nación, que yo tengo un hecho diferencial, no sé cual es, pero seguro que si lo pienso un rato más, lo descubro), además obligo a los que vengan a mi territorio (comprende la casa del de arriba y parte del rellano de la escalera, los llamados Països Almela) a hablar en lo que me plazca, y si no les gusta, pues que se vayan. La verdad es que puede ser un negocio... al menos para mí.

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