En defensa del mercado
Algunos llevamos tiempo defendiendo que no ha sido el mercado, sino la falta de él, lo que ha provocado la crisis (cierto que no soy original, otros economistas liberales, mucho más sabios, ya lo han indicado). Existen ciertas instituciones naturales que, una vez violentadas, se rebelan contra sus 'violadores'. Por ejemplo, el empeño del marxismo y comunismo en terminar con la familia para sustituirla por el Estado, terminó con una crisis de la familia. El mercado es uno de esos órdenes naturales: desde que el hombre necesitó de otros para su supervivencia, comenzó el intercambio de bienes (ese yo te cambio medio mamut por unos kilos de legumbres) y eso que llamamos mercado. Libremente, cada productor intercambiaba sus bienes y servicios por otros (así, si yo no sabía hacer el tejado de mi choza, llamaba a un vecino de tribu que a cambio de caza o de otro servicio, arreglaba el mío). Cuando la sociedad fue creciendo, se crearon aquellos que hacían de intermediarios entre los productores de unos servicios y los posibles receptores de los mismos a cambio de una comisión por su trabajo.
La creación del dinero (la moneda) fue consecuencia de lo mismo: en lugar de intercambiar bienes y servicios, se cambiaba por una pieza de oro o plata que a su vez hacía de sustituto de otros servicios además de ser más llevadera. Dependiendo del peso en oro y plata que tenía la moneda, se ponía el valor de la misma. La devaluación venía cuando los monarcas y emperadores comenzaron a quitar metal precioso cambiándolo por material de baja calidad. De esa manera, la moneda perdía valor, empobreciendo al que la poseía, lo que se denominó devaluación: la moneda que antes servía para comprar un kilo de carne, hoy no daba para tanto. Era la intervención artificial del Estado (el monarca) en el mercado el que lo distorsionaba. Si un denario ya no vale un denario...
El mercado es una institución natural entre personas libres e iguales que intercambian lo que necesitan, no quedando ninguna de ellas defraudada. Uno paga por un bien aquello que cree que vale, y si le parece caro, pues no lo compra y el vendedor debe bajar su precio para adecuarlo a lo que el comprador está dispuesto a pagar. Si los bienes que uno produce no están dispuestos a ser adquiridos por nadie, ese productor deberá cambiar de actividad.
¿Qué sucede cuándo artificialmente se interviene en este libre acuerdo entre particulares? Pues que el mercado se distorsiona de forma irremediable. El Estado adquiere sus bienes de nuestros bolsillos para sufragar el bien común: atender a aquellos que quedaron sin empleo hasta que busquen otro, construir las vías de comunicación que favorezcan la actividad de la sociedad, proporcionar escuela y sanidad a aquellos que no pueden pagarla... pero no para alterar el precio de las cosas. Si el Estado está dispuesto a sufragar la diferencia entre lo que alguien está dispuesto a pagar por un bien y lo quiere el comprador, éste no dejará de producir ese bien, que ya no tiene cabida en el intercambio libre. Si el Estado controla en forma de monopolio el suelo y cobra una cantidad por él, puede alterar el precio cuando la demanda de viviendas es alta, elevando el precio del suelo y por tanto lo que cobrará por él.
Los estados han intervenido en las empresas y bancos cuyo valor es inferior a lo que los compradores están dispuestos a pagar, evitando así la quiebra de los ineficientes. ¿Qué ocurre? Pues que los eficientes dejarán de serlo.
A propósito de esto, me mandaron hace tiempo la anécdota siguiente. Un profesor universitario defendía las bondades del sistema liberal y los alumnos le dijeron que eso era una barbaridad, que no era justo y estas cosas tan políticamente correctas. El profesor les propuso entonces aplicar el socialismo en sentido estricto: la nota de todos sería la misma, la media de toda la clase. Cuando llegó el primer parcial, los alumnos con mejores capacidades vieron reducida su nota real, ya que se compensaba con aquellos que tenían peores calificaciones. En cambio, aquellos que tenían una nota inferior a la media, vieron mejorada su nota. Llegó el segundo parcial, y aquellos que tenían más capacidades decidieron estudiar menos, ya que por mucho que estudiaran, su resultado sería menor que el real, pues ¿para qué? Y los que tenían menos capacidades, aún estudiaron menos porque confiaban en que fueran los otros los que les sacaran las castañas del fuego. Y así, la nota media volvió a bajar. En el final la tendencia siguió y todos suspendieron. De esta manera, el 'socialismo' aplicado por el profesor terminó en el fracaso de toda la 'sociedad'.
Esto es lo que sucede cuando artificialmente se interviene en la estructura social, sea el mercado o la competencia en la escuela. Si se deja al mercado funcionar, recogiendo a aquellos que temporalmente pasan dificultades, se logra mejorar la eficiencia, el empleo y el propio funcionamiento del estado.
Ya lo dijo el clásico: Dios perdona siempre, los hombres muchas veces y la naturaleza nunca. Pues eso.
La creación del dinero (la moneda) fue consecuencia de lo mismo: en lugar de intercambiar bienes y servicios, se cambiaba por una pieza de oro o plata que a su vez hacía de sustituto de otros servicios además de ser más llevadera. Dependiendo del peso en oro y plata que tenía la moneda, se ponía el valor de la misma. La devaluación venía cuando los monarcas y emperadores comenzaron a quitar metal precioso cambiándolo por material de baja calidad. De esa manera, la moneda perdía valor, empobreciendo al que la poseía, lo que se denominó devaluación: la moneda que antes servía para comprar un kilo de carne, hoy no daba para tanto. Era la intervención artificial del Estado (el monarca) en el mercado el que lo distorsionaba. Si un denario ya no vale un denario...
El mercado es una institución natural entre personas libres e iguales que intercambian lo que necesitan, no quedando ninguna de ellas defraudada. Uno paga por un bien aquello que cree que vale, y si le parece caro, pues no lo compra y el vendedor debe bajar su precio para adecuarlo a lo que el comprador está dispuesto a pagar. Si los bienes que uno produce no están dispuestos a ser adquiridos por nadie, ese productor deberá cambiar de actividad.
¿Qué sucede cuándo artificialmente se interviene en este libre acuerdo entre particulares? Pues que el mercado se distorsiona de forma irremediable. El Estado adquiere sus bienes de nuestros bolsillos para sufragar el bien común: atender a aquellos que quedaron sin empleo hasta que busquen otro, construir las vías de comunicación que favorezcan la actividad de la sociedad, proporcionar escuela y sanidad a aquellos que no pueden pagarla... pero no para alterar el precio de las cosas. Si el Estado está dispuesto a sufragar la diferencia entre lo que alguien está dispuesto a pagar por un bien y lo quiere el comprador, éste no dejará de producir ese bien, que ya no tiene cabida en el intercambio libre. Si el Estado controla en forma de monopolio el suelo y cobra una cantidad por él, puede alterar el precio cuando la demanda de viviendas es alta, elevando el precio del suelo y por tanto lo que cobrará por él.
Los estados han intervenido en las empresas y bancos cuyo valor es inferior a lo que los compradores están dispuestos a pagar, evitando así la quiebra de los ineficientes. ¿Qué ocurre? Pues que los eficientes dejarán de serlo.
A propósito de esto, me mandaron hace tiempo la anécdota siguiente. Un profesor universitario defendía las bondades del sistema liberal y los alumnos le dijeron que eso era una barbaridad, que no era justo y estas cosas tan políticamente correctas. El profesor les propuso entonces aplicar el socialismo en sentido estricto: la nota de todos sería la misma, la media de toda la clase. Cuando llegó el primer parcial, los alumnos con mejores capacidades vieron reducida su nota real, ya que se compensaba con aquellos que tenían peores calificaciones. En cambio, aquellos que tenían una nota inferior a la media, vieron mejorada su nota. Llegó el segundo parcial, y aquellos que tenían más capacidades decidieron estudiar menos, ya que por mucho que estudiaran, su resultado sería menor que el real, pues ¿para qué? Y los que tenían menos capacidades, aún estudiaron menos porque confiaban en que fueran los otros los que les sacaran las castañas del fuego. Y así, la nota media volvió a bajar. En el final la tendencia siguió y todos suspendieron. De esta manera, el 'socialismo' aplicado por el profesor terminó en el fracaso de toda la 'sociedad'.
Esto es lo que sucede cuando artificialmente se interviene en la estructura social, sea el mercado o la competencia en la escuela. Si se deja al mercado funcionar, recogiendo a aquellos que temporalmente pasan dificultades, se logra mejorar la eficiencia, el empleo y el propio funcionamiento del estado.
Ya lo dijo el clásico: Dios perdona siempre, los hombres muchas veces y la naturaleza nunca. Pues eso.
Comentarios