¿Hay guerra en el Líbano?
Se discute ahora si nuestras tropas en El Líbano están en un escenario de guerra o no. Pues bien, acudiendo, como sabéis que nos gusta al DRAE, tenemos dos acepciones para guerra que podrían hacer que tuviera razón el presidente Rodríguez o bien el señor Rajoy.
Si aceptamos guerra como desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias y tenemos en cuenta de que las dos potencias serían el grupo terrorista Hizbulá (que es de facto el dueño del sur del Líbano, apoyado por ese estado terrorista que debería ser fumigado junto a Irán que es Siria) e Israel, pues nos encontramos ante una guerra. En ese caso, cuando Rajoy dice que estamos en un escenario de guerra, pues estaríamos en el escenario elegido por Hizbulá e Israel para dirimir sus diferencias.
Ahora bien, si aceptamos que guerra es la lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación, pues en ese caso tiene razón el marido de Sonsoles y no estamos en guerra, ya que aquí sólo hay un grupo terrorista y una nación que es atacada por él.
Pero el problema es más de definición profunda. ¿Está Occidente en guerra (dentro de la primera acepción) contra el terrorismo? ¿Está Occidente -y por tanto España- en una guerra para derrotar al terrorismo islámico? Pues ahí es donde radica el problema: el señor Rodríguez Zapatero, tanto en lejanos desiertos y agrestes montañas como en el ámbito doméstico, no está dispuesto a declarar esa guerra al terrorismo. Él apuesta por el fin dialogado de la violencia aquí y por la Alianza de civilizaciones ante el Islam. Es un mero problema de definición de la cuestión. Algunos apostamos por la derrota de todas las formas de terrorismo. Otros por el apaciguamiento. Unos son Chamberlain, otros preferimos a Churchill. Por desgracia, la historia nos da la razón.
Si aceptamos guerra como desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias y tenemos en cuenta de que las dos potencias serían el grupo terrorista Hizbulá (que es de facto el dueño del sur del Líbano, apoyado por ese estado terrorista que debería ser fumigado junto a Irán que es Siria) e Israel, pues nos encontramos ante una guerra. En ese caso, cuando Rajoy dice que estamos en un escenario de guerra, pues estaríamos en el escenario elegido por Hizbulá e Israel para dirimir sus diferencias.
Ahora bien, si aceptamos que guerra es la lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación, pues en ese caso tiene razón el marido de Sonsoles y no estamos en guerra, ya que aquí sólo hay un grupo terrorista y una nación que es atacada por él.
Pero el problema es más de definición profunda. ¿Está Occidente en guerra (dentro de la primera acepción) contra el terrorismo? ¿Está Occidente -y por tanto España- en una guerra para derrotar al terrorismo islámico? Pues ahí es donde radica el problema: el señor Rodríguez Zapatero, tanto en lejanos desiertos y agrestes montañas como en el ámbito doméstico, no está dispuesto a declarar esa guerra al terrorismo. Él apuesta por el fin dialogado de la violencia aquí y por la Alianza de civilizaciones ante el Islam. Es un mero problema de definición de la cuestión. Algunos apostamos por la derrota de todas las formas de terrorismo. Otros por el apaciguamiento. Unos son Chamberlain, otros preferimos a Churchill. Por desgracia, la historia nos da la razón.
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