No fume mientras aborta

Este parece que es el lema que ilumina a nuestro Ministerio de Sanidad con las últimas leyes que se pretende poner en marcha: la ley del aborto y la prohibición de fumar en todos los locales públicos. Porque además, en el caso de la primera se obliga a los médicos a inscribirse en una lista como médicos objetores (de forma que queden marcados para las autoridades, cuando el derecho a la objeción y a no expresar las propias convicciones ha sido siempre la salvaguarda de las democracias), las niñas podrán abortar sin conocimiento de sus padres (bastará que digan que si se lo dicen a sus padres pueden estos enfadarse), se financiará con dinero de los impuestos de todos (mientras se quiere retirar los conciertos educativos a la enseñanza religiosa que libremente eligen los padres) y se obligará a que se aprenda en las facultades de Medicina y Farmacia (cosa de la que ya se han negado algunas Universidades). Además de todo esto, se financiará obligatoriamente un plan de educación sexual en todas las escuelas en el que, por encima del derecho de los padres, se convertirá el aborto en un método anticonceptivo más. Y mientras tanto, en otro ataque liberticida, se obligará a todos los locales públicos (sin importar la opinión del dueño o de los parroquianos) a que prohíban fumar. Mientras se pretende matar a niños en el seno materno, Papá Estado va a velar por nuestra salud prohibiéndonos fumar. Claro, que mañana defenderán la eutanasia voluntaria, pero no puede uno matarse poco a poco con el tabaco, aunque, eso sí, el Estado sigue cobrando impuestos por ello...

Es de un cinismo que asusta: matamos cada día miles de inocentes en el seno de su madre, no dejamos ni al padre de la criatura que opine, dejamos a la mujer sola con la decisión de matar a su hijo, pero, eso sí, nos ponemos estupendos con el tabaco, que, oiga, la gente se muere...

El otro día mi padre tuvo que ir a comprar un relajante muscular para mi madre (una contractura la obligó a acercarse a urgencias) que le habían recetado en Urgencias. Pues bien, al ir a la Farmacia le obligaron a dejar sus datos completos, documento de identidad y le marcaron el informe médico para que no pueda pedirlo en otra Farmacia y tal... Parece lógico, se trata de una droga. Pero en España hoy, una niña de 12 años puede comprar la PDD (Píldora del Día Después) sin que nadie le pida nada, sin que el farmacéutico o su médico lo sepan. Una niña puede abortar sin conocimiento de sus padres, mientras no puede ponerse ni una ortodoncia o ir de excursión con el cole sin que medie el permiso paterno... ¿no es esto una completa idiotez y sin sentido?

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