Juan Pablo II, más cerca de los altares

Si hay un personaje que ha influido en la vida del siglo XX en su recta final, ese ha sido Karol Wojtyla, Juan Pablo II. Veintiséis años al frente del timón de la barca de Pedro han hecho de él uno de los pontífices más longevos de la historia. Su carácter afable, carismático (entendido de las dos maneras de la acepción: 'especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar' y como 'don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad'), su amor a la libertad, su lucha contra todo tipo de totalitarismos, su falta de respetos humanos para defender la fe, su enorme magisterio (más de 100 documentos importantes, incluyendo 14 encíclicas, 45 cartas apostólicas y 14 exhortaciones apostólicas; y no contamos discursos, audiencias...), haber llevado a la Iglesia la renovación que anunciaba el Vaticano II (que se manifiesta en la renovación completa del santoral con 1338 beatificaciones, 482 canonizaciones...), todo ello le hace merecedor del título de Juan Pablo II, el Magno.

Algunos tuvimos la inmensa suerte de verlo en persona en alguno de sus viajes. Imagino que el Altísimo nos exigirá cuenta de esa gracia recibida. Porque hemos estado en presencia de un santo. El sábado declaró Su Santidad Benedicto XVI (quien durante muchos años trabajo codo con codo con él) la heroicidad de sus virtudes, declarándolo ya venerable. Ya no es 'el Siervo de Dios Juan Pablo II', sino que estamos ante el Venerable Juan Pablo II. Dentro de poco será probablemente beatificado.

Para los que somos creyentes, para los que fuimos testigos de su santidad, de su desvelo por el hombre, no podemos sino alegrarnos de que se reconozcan las obras que Dios hizo por medio de su siervo. Quia respexit humilitatem servi sui ecce enim ex hoc beatum me dicent omnes generationes / Quia fecit mihi magna qui potens est et sanctum nomen eius (porque ha mirado la humildad de su siervo, he aquí que me llamarán bienaventurado todas las generaciones / porque ha hecho en mí grandes cosas Aquel que es poderoso y su nombre es santo), puede decir hoy la Iglesia con María referido al Santo Padre Juan Pablo II. No se ha acortado el brazo de Dios.

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