Un día triste para España
Cuando todo un país se felicita de que la autoridad competente se haya rendido ante un grupo organizado de delincuentes, cuando todos sabemos que el Gobierno ha cometido un delito (tipificado como tal el pago de un rescate) y miramos para otro lado, cuando la opinión pública pide a las autoridades que cedan al chantaje de unos piratas... cuando todo esto pasa, es que la sociedad está enferma. Era algo que ya sabíamos desde el once marzo de 2004, cuando la sociedad española en masa decidió desertar de sus obligaciones internacionales a cambio de que nos dejen en paz y de que no haya más muertos. Sólo así se explica que tras un atentado terrorista decidiéramos (la sociedad) el otorgar la confianza al político que tenía como primera medida el abandonar el escenario de operaciones principal en la lucha contra el terrorismo de carácter islámico.
Muchos me dirán que no es lo mismo, pero tiene similitudes: un grupo de delincuentes pide a cambio de no matarnos o no capturar nuestros barcos el que abandonemos a nuestros aliados (aunque la entrada en el conflicto sea discutible, una vez allí, es necesario el cumplir las obligaciones que como país teníamos) o le paguemos un dinero (en el caso de los piratas somalíes). Y la decisión de nuestro gobierno es la misma: ceder al chantaje.
Y esa es la misma decisión que cada día tomamos ante nuestros enemigos, ante aquellos que quieren destruirnos: el islamismo radical, lobbies violentos de izquierda, etc. Sólo tienen que hacer la presión suficiente para que nuestras autoridades estén dispuestas a ceder y nosotros a seguirles. Porque nuestra sociedad no está preparada para aceptar un nuevo caso como el de Miguel Angel Blanco (cambien ETA por piratas o radicales islámicos): antes nos rendimos. Estamos ya preparados para el totalitarismo. Nos fuimos de Irak porque no queríamos cadáveres a la hora de la comida. Pagamos el rescate porque no queremos cadáveres a la hora de la cena o del fútbol o bien a las familias todo el día en la calle (ha bastado que presionen un poco para que el Gobierno ponga nuestra pasta encima de la cubierta del Alakrana). Somos una sociedad así de miserable. No tenemos principios, y si los tenemos no estamos dispuestos a cambiar nuestra comodidad por defenderlos. Admitimos que una niña sea forzada a llevar el velo en la escuela (mientras quitamos los crucifijos que no significan sumisión ante nadie) no sea que el morito se nos enfade (todo por la Alianza de Civilizaciones), cambiemos el concepto de matrimonio y familia ante la presión de un grupo de presión extremista no sea que se nos tache de homófobos (ante todo uno es moderno aunque como el niño salga rarito nos da el disgusto). Nos parece mal, creemos que alguien debe hacer algo, quizá los que pueden hacer algo... pero es que los que podemos hacer algo somos tú y yo.
Ya digo que nos podemos alegrar de que unos compatriotas (y hablaremos de ello, porque no sabía yo que las Seychelles fueran territorio español) vuelvan a casa por Navidad, pero la posición de la sociedad española en este caso (como en Irak o en la Alianza de Civilizaciones) es preocupante, y mucho. Un día triste para aquellos que creemos que una nación debe ser respetuosa con su historia y con unos valores... ¿qué calores? preguntarán algunos. Cuando se nos dice que poner un condón forma parte de nuestros valores, pues eso, la ruina oiga.
Muchos me dirán que no es lo mismo, pero tiene similitudes: un grupo de delincuentes pide a cambio de no matarnos o no capturar nuestros barcos el que abandonemos a nuestros aliados (aunque la entrada en el conflicto sea discutible, una vez allí, es necesario el cumplir las obligaciones que como país teníamos) o le paguemos un dinero (en el caso de los piratas somalíes). Y la decisión de nuestro gobierno es la misma: ceder al chantaje.
Y esa es la misma decisión que cada día tomamos ante nuestros enemigos, ante aquellos que quieren destruirnos: el islamismo radical, lobbies violentos de izquierda, etc. Sólo tienen que hacer la presión suficiente para que nuestras autoridades estén dispuestas a ceder y nosotros a seguirles. Porque nuestra sociedad no está preparada para aceptar un nuevo caso como el de Miguel Angel Blanco (cambien ETA por piratas o radicales islámicos): antes nos rendimos. Estamos ya preparados para el totalitarismo. Nos fuimos de Irak porque no queríamos cadáveres a la hora de la comida. Pagamos el rescate porque no queremos cadáveres a la hora de la cena o del fútbol o bien a las familias todo el día en la calle (ha bastado que presionen un poco para que el Gobierno ponga nuestra pasta encima de la cubierta del Alakrana). Somos una sociedad así de miserable. No tenemos principios, y si los tenemos no estamos dispuestos a cambiar nuestra comodidad por defenderlos. Admitimos que una niña sea forzada a llevar el velo en la escuela (mientras quitamos los crucifijos que no significan sumisión ante nadie) no sea que el morito se nos enfade (todo por la Alianza de Civilizaciones), cambiemos el concepto de matrimonio y familia ante la presión de un grupo de presión extremista no sea que se nos tache de homófobos (ante todo uno es moderno aunque como el niño salga rarito nos da el disgusto). Nos parece mal, creemos que alguien debe hacer algo, quizá los que pueden hacer algo... pero es que los que podemos hacer algo somos tú y yo.
Ya digo que nos podemos alegrar de que unos compatriotas (y hablaremos de ello, porque no sabía yo que las Seychelles fueran territorio español) vuelvan a casa por Navidad, pero la posición de la sociedad española en este caso (como en Irak o en la Alianza de Civilizaciones) es preocupante, y mucho. Un día triste para aquellos que creemos que una nación debe ser respetuosa con su historia y con unos valores... ¿qué calores? preguntarán algunos. Cuando se nos dice que poner un condón forma parte de nuestros valores, pues eso, la ruina oiga.
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