Palin en Hong Kong

Hace unas semanas, Sarah Palin, ex-gobernadora de Alaska y candidata a la vicepresidencia de los EEUU por el partido republicano pronunció un discurso en Hong Kong que puede calificarse de muy interesante. Vamos a copiar algunos párrafos y comentamos algo (gracias a Conservador en Alaska)...

Usted puede llamarme una conservadora con sentido común. Mi acercamiento a los problemas a que se enfrentan mi país y el mundo, temas que vamos a discutir hoy, tienen sus raíces en este conservadurismo con sentido común (…) El conservadurismo con sentido común brega con la realidad del mundo tal y como es. Complicado y hermoso, trágico y lleno de esperanza, nosotros creemos en los derechos y las responsabilidades y la dignidad inherente de la persona.

No creemos que la naturaleza humana sea perfectible; sospechamos de los esfuerzos del gobierno para arreglar los problemas porque a menudo lo que está tratando de arreglar es la naturaleza humana, y eso es imposible. Es lo que hay. Pero eso no quiere decir que estamos resignados a, bueno, cualquier destino negativo. En absoluto. Creo en la lucha por los ideales, pero en los límites reales de la naturaleza humana…

El socialismo sueña con convertirse en una nueva religión que cambie a las personas. Es lo que tanto Obama como Zapatero pretenden a uno y otro lado del Atlántico: hacer ingeniería social, convertirse en 'pastor de almas'. En el fondo todos ellos sueñan con ser el nuevo pontífice de la religión laica. Ante eso, el conservador intenta simplemente bregar con lo que hay, saber cómo es el hombre y limitar su capacidad de hacer el mal, no cambiar al mismo hombre.

los conservadores necesitan defender el sistema de libre mercado y explicar lo que causó realmente el colapso del año pasado. Según una versión de la historia, los problemas económicos de Estados Unidos se debieron a la falta de intervención gubernamental y regulación y, por lo tanto, la única forma de arreglar el problema, porque, por supuesto, cada problema puede ser arreglado por un político, es más burocracia a imponerse más y más profundamente, imponiéndose más profundamente al sector privado

Y es que parece que la crisis económica que nos asola no tenga nada que ver son los políticos que obligaron a las entidades (Clinton mediante) a dar créditos a personas que no podían pagarlos, que no tenga nada que ver con las autoridades (políticas, por supuesto) monetarias que mantuvieron artificialmente bajo el tipo de interés y vendieron la moto de que esto seguiría así por siempre. ¿Por qué debemos confiar ahora en los mismos que nos arruinaron?

La crisis hipotecaria que llevó al colapso del mercado financiero, estaba basada en un buen deseo, pero equivocado, de que aumentara la propiedad de viviendas entre los que todavía no podían permitirse el poseer un hogar. En muchos casos, los políticos tanto de la derecha y la izquierda, que querían que el crédito sirviera para aumentar la propiedad de viviendas entre las personas con ingresos más bajos. Pero las reglas del mercado no se adaptan a los meros caprichos de los políticos.

La falta de gobierno no era el problema. Las políticas gubernamentales fueron el problema. El mercado no falló. Paso exactamente lo que el sentido común se temía. El gobierno ordenó la relajación de las normas de préstamo. La Reserva Federal mantuvo los tipos de interés bajos. El gobierno obligó a las instituciones de crédito a conceder préstamos a personas que, como digo, no podían pagarlos. Los especuladores vieron los nuevos vehículos de inversión, se subieron a bordo y las agencias de calificación subestimaron los riesgos.


Pero Palin, al igual que Aznar (y Reagan), cree que se puede salir de la crisis. Pero para eso hace falta más libertad y menos Gobierno. Hay que ser capaz de entender que el Gobierno es el problema, no la solución. La solución siempre estará en las personas que crean riqueza, en las personas que cada mañana se levantan antes de que el sol salga y ponen en marcha el país. Transferir su riqueza, la que les cuesta tanto obtener, a ese Leviatán que es el Estado, sólo produce que se disminuya el entusiasmo por el esfuerzo y el trabajo (si el de al lado obtiene lo mismo que yo con menos esfuerzo, ¿por qué esforzarse?).

Si uno desea el crecimiento real del empleo, ¡reduce los impuestos! Y reducir las tasas marginales de los impuestos a todos los estadounidenses. Corta los impuestos sobre la renta, eliminar los impuestos sobre ganancias de capital y elimina el impuesto de sucesiones de una vez por todas. Tiene los gastos federales bajo control y luego dar un paso atrás y observa como la economía de los Estados Unidos ruge al volver a la vida. Pero se necesita mucho valor para que un político de un paso atrás y deje que el libre mercado corrija por sí sólo de lo que se necesita para impulsar soluciones de pánico o soluciones rápidas…

¡Qué razón tiene! Los políticos deben renunciar a inmiscuirse en la vida de los ciudadanos, deben dejar a los ciudadanos resolver sus asuntos. Pero entonces, ¿cómo podrá el socialista manejar las almas? Para ello necesita de nuestro dinero.

Soy partidaria de la energía nuclear y de las energías renovables. Podemos desarrollar estos recursos sin destruir nuestra economía. Y podemos ayudar al medio ambiente y nuestra economía a través de la independencia energética.

Y es que la energía nuclear es la más limpia, y además la más barata que al hombre se le ha ocurrido. Poco antes en ese discurso habla del sistema (copiado del aplicado aquí por ZP) de tasas y subvenciones a las energías renovables. No es que se subvencionan por ser rentables, sino que se subvencionan para hacerlas rentables. Lo que es claramente un despropósito, ya que la subvención (por si alguno no se ha dado cuenta) la paga el contribuyente (el que contribuye con sus impuestos) y si queremos mantener otras cosas (sanidad, educación, pensiones) deberemos subir más los impuestos... ¡dejen de gastar el dinero en idioteces como molinillos y paneles y usen de él como si fuera suyo! ¿Se imaginan a ZP y sus 'cuates' tirando su dinero en inversiones destinadas a la ruina? Yo tampoco.

El sentido común también nos dice que aprobar un nuevo programa de un billón de dólares no es la manera de reducir el gasto sanitario. La verdadera reforma sanitaria está orientada al mercado, centrada en el paciente y dirigida a obtener resultados. Daría a todos los individuos el mismo beneficio fiscal, un plan que yo tuviera en mente, las mismas ventajas fiscales que a aquellos que reciben cobertura a través de sus empleadores. Y conceder a los beneficiarios de Medicare vales para que puedan comprar su propia cobertura. Y reformar las leyes de responsabilidad civil y las regulaciones para permitir que las personas compren un seguro a través de las fronteras estatales. En lugar de otro plan gubernamental impuesto de arriba abajo, deberíamos dar a los americanos el control sobre sus propios cuidados de salud con las ideas de un mercado responsable y amistoso.

¡Wow! Esto es una auténtica revolución. Oiga, deme mi dinero, el coste de mi seguro de salud y déjeme gestionarlo. ¿Se imaginan que todos tuviésemos en el bolsillo un cheque por el valor de nuestro seguro médico (ese que descuentan de nuestra nómina) y que pudiéramos elegir el médico, el hospital, la cobertura que queremos...? ¿No harían cola los prestatarios de servicios sanitarios para ofrecernos las mejores condiciones a mejor precio que el de al lado? Pero si le debemos la salud al político, ¿no estamos acaso en su manos? Como los súbditos de antaño... en manos del Monarca.

Estados Unidos conmemoró el 8º aniversario de la barbarie del 11 de septiembre de 2001. Los despiadados ataques terroristas de ese día dejaron claro que lo que ocurrió en tierras muy distantes de las costas de América afectan directamente a nuestra seguridad. Hemos aprendido, si es que no lo sabíamos antes, que existen fanáticos violentos que buscan no sólo matar a inocentes sino para poner fin a nuestra forma de vida.

Definición clara del problema: quieren acabar no sólo con nuestras vidas sino con nuestra civilización. ¿Está claro? Luego, como política que es, define el problema de forma incompleta:

Esta guerra – y eso es lo que es, una guerra – no es, como algunos han dicho, un choque de civilizaciones. No estamos en guerra con el Islam. Esta es una guerra dentro del Islam, donde una pequeña minoría de asesinos violentos pretende imponer su punto de vista a la gran mayoría de los musulmanes que quieren las mismas cosas que todos deseamos: una oportunidad económica, educación, y la posibilidad de construir una vida mejor para sí mismos y sus familias.

Sí, de acuerdo, pero falta que esa aparente mayoría que quiere lo mismo que nosotros se una a nosotros para vivir en paz. Mientras los otros sigan siendo considerados hermanos en la fe, no podremos creer en sus intenciones. Si el Islam quiere vivir el paz, tiene los brazos abiertos, pero para ello debe primero ayudarnos a acabar con aquellos que vuelan trenes, que ponen bombas en escuelas...

Nuestros aliados y nuestros adversarios están observando para ver si tenemos la capacidad de resistencia para proteger nuestros intereses en Afganistán. Es por eso que recientemente me uní a un grupo de americanos que urgían al presidente Obama a dedicar los recursos necesarios en el Afganistán y se comprometían a apoyarle si tomaba la decisión correcta.

Pero parece que estamos maduros para rendirnos. El llamado pensamiento Alicia se impone. Debemos ganar la guerra de Afganistán. Será duro, pero es necesario por nuestra seguridad. Si queremos que los musulmanes moderados salgan de las catacumbas y se unan a nosotros para vivir en paz, ¿debemos abandonarles o resistir con ellos para que en otros lugares vean que no estamos dispuestos a rendirnos?

No estamos interesados en los apaños del gobierno, ¡estamos interesados en la libertad! ¡Libertad! Nuestra visión es hacia el futuro. Las personas pueden sentirse frustradas ahora, pero también muy esperanzadas.

Y, después de todo, ¿por qué no deberíamos? Somos americanos. Siempre tenemos esperanzas.

Efectivamente, no estamos interesados en los apaños del gobierno (¿no suena esto de apaños cuando vemos cómo se negocian los presupuestos o los cargos en las instituciones del estado?). Queremos que el Gobierno, simplemente, nos deje en paz. ¿Es mucho pedir?

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