Presidente socialista veta el aborto en Uruguay

El Dr. Tabaré es el presidente de Uruguay. Es socialista. Pero acaba de vetar la ley del aborto en su país, con unos argumentos que vamos a copiar, porque son perfectos, ajustados a Derecho y respetuosos con el bien a defender: la vida.
Hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en que se ha liberalizado el aborto, éstos han aumentado. En los Estados Unidos, en los primeros diez años, se triplicó, y la cifra se mantiene: la costumbre se instaló. Lo mismo sucedió en España.
Es un comienzo. Todos, a derecha e izquierda, lo reconocen como mal, nadie dice que el aborto sea algo deseable. Partiendo de esto, lo lógico sería evitarlo, no fomentarlo. Pues la izquierda suele ir en sentido contrario a la lógica.
La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho.
Si aceptamos las verdades científicas como algo incuestionable, debemos aceptar que desde la concepción hay una vida diferente. Y si esto es así, la ley no puede obviarlo. Así lo afirma Tabaré en su discurso. La ley no puede ser hecha de espaldas a la realidad.
El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia
Sólo aquellas sociedades en decadencia, o allí donde la civilización no existe, los más débiles son asesinados impunemente. Esta es la nuestra con el caso del aborto (y pronto de la eutanasia).
Disposiciones como el artículo 42 de nuestra Carta, que obliga expresamente a proteger a la maternidad, y el Pacto de San José de Costa Rica -convertido además en ley interna como manera de reafirmar su adhesión a la protección y vigencia de los derechos humanos- contiene disposiciones expresas, como su artículo 2º y su artículo 4º, que obligan a nuestro país a proteger la vida del ser humano desde su concepción. Además, le otorgan el estatus de persona.
La legislación uruguaya es clara, pero no lo es menos la de otros países, donde el derecho a la vida está reconocido, aunque se hagan tantas excepciones (y luego no se cumplen ni esas excepciones) que en la práctica es papel mojado.

Por otra parte, al regular la objeción de conciencia de manera deficiente, el proyecto aprobado genera una fuente de discriminación injusta hacia aquellos médicos que entienden que su conciencia les impide realizar abortos, y tampoco permite ejercer la libertad de conciencia de quien cambia de opinión y decide no realizarlos más.

Nuestra Constitución sólo reconoce desigualdades ante la ley cuando se fundan en los talentos y virtudes de las personas. Aquí, además, no se respeta la libertad de pensamiento de un ámbito por demás profundo e íntimo.

Es lo que aquí quire hacer el PSOE: que los médicos no puedan objetar. El que objete pueda ser expulsado de la sanidad pública por ejemplo. Eso discrimina a alguien por su pensamiento y sus creencias. Pero se va más alla:

Este texto también afecta la libertad de empresa y de asociación, cuando impone a instituciones médicas con estatutos aprobados según nuestra legislación, y que vienen funcionando desde hace más de cien años en algún caso, a realizar abortos, contrariando expresamente sus principios fundacionales.

Otra ley que se pisotea para favorecer a los abortistas y su negocio.

De acuerdo a la idiosincrasia de nuestro pueblo, es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos.

Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica. Existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar solas. Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto.

Esta es quizá la parte más fundamental (y la resaltamos): hay que salvar a los dos, hay que evitar que una mujer pueda estar, en la medida de nuestras posibilidades, en la tesitura de matar a su propio hijo. Eso es progresista, eso es política social. Lo otro es asesinato, lo otro es muerte.

Bravo por el Dr. Tabaré que ha dado un ejemplo a muchos políticos melindrosos que ante la realidad del aborto miran para otro lado para ser políticamente correctos. Apostemos por la vida, apostemos por la verdad.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Tal como el dr. Vásquez, hay socialistas que no necesariamente comparten todos los postulados implícitos en la "agenda progresista". Esa autonomía total para decidir si quiero o no tener un hijo, parece ser fatal para la continuidad de la existencia humana, y también estimulante de un individualismo y egoísmo que contradice todos los ideales basados en la solidaridad, esenciales para los socialistas.Y lo digo porque alguna vez he votado a los socialistas.
Un detalle: Tabaré es un nombre propio , no apellido, entiendo que es nombre "Charrúa" indígena del Uruguay.

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