Hacer el ridículo en Washington
Si no fuera porque España es mi país y porque lo que suceda hoy puede afectar irremediablemente al futuro de mi patria, habría que reconocerle a Zapatero y sus intelectuales (léase el estudiante de Derecho Pepiño Blanco y Mr. Tippex Caldera) una enorme capacidad para promover a la risa y alegrarnos las penas en estos momentos de crisis. Porque el documento que han perpetrado (porque eso es perpetrar) para que el presidente de España defienda en la cumbre de Washington, es francamente divertido.
Según los orates monclovitas, la culpa de la crisis que estamos sufriendo se debe a la 'ideología neoliberal' (sic) que propugnaron 'Reagan, Tharcher y Aznar' (¡¡¡ya me extrañaba que los fantasmas del PSOE no aparecieran!!!). Tras ese insulto a uno de los presidentes mejor valorados de la historia americana (el que propició el mayor crecimiento económico y la menor tasa de paro hasta llegar al pleno empleo, el que terminó la guerra fría venciendo al comunismo..), vienen las soluciones. La frase es de las que hace época: 'esta crisis tiene su origen en la ideología neoliberal y neoconservadora. La hegemonía de esta ideología en los EEUU sitúa a este país en el epicentro de la crisis'. Vamos a dar lecciones de democracia a los inventores de ella... Así, ¡¡con un par!!
¿Cuál es la solución que propone nuestro Demóstenes Zapateril? Pues 'volver a las políticas socialdemócratas'. Esas que implican más Estado, más corrupción. Políticas que implican un Estado 'fuerte y responsable' dicen, pero que en la práctica es un Gran Hermano que se dedica a meterse en todos los aspectos de la vida de las personas, haciéndoles creer que no tienen que preocuparse por nada, que el Estado les va a proveer de trabajo, de sanidad, de educación, de vivienda... todo simplemente por entregarle el fruto de su trabajo y el alma de sus hijos. Es lo que denominamos Estado del Bienestar. Las políticas socialdemócratas son las que se aplican en países como España, que ha logrado tener más paro que ningún otro país del mundo en el último año. Es la política del macro-estado francés y su gaullismo que ha dado en un Estado que regula todos los aspectos de la vida, desde la cuna a la muerte, con una ineficiencia francamente insuperable.
Pero el colofón lo pone la orientación (sic) que debe tomar la economía mundial para superar la crisis: lucha contra la pobreza y contra el cambio climático. Eso en terminología progre es básicamente dar más dinero a países donde sus gobernantes tienen muy escaso respeto por la propiedad ajena (Ecuador, Bolivia, por ejemplo) y por los derechos humanos (Cuba, Venezuela, Argentina y toda Africa). Así, dejaremos más dinero en manos del Estado para que lo reparta entre banqueros irresponsables, mafias amigas del poder, gobiernos corruptos del tercer mundo y vendedores de desastres y algoreros varios.
O sea, que haremos el ridículo una vez más.
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