La 'necesidad' de los hijos

Una de las coasa más curiosas que tiene esta sociedad del siglo XXI es la 'objetivación' e instrumentalización de las personas. Concepto derivado del mundo empresarial, donde las personas son 'recursos' más o menos intercambiables, se ha trasladado a la vida común y al lenguaje habitual. Así, no es difícil tratar a la pareja, tras una ruptura, como 'la persona que cubrió un momento de mi vida' o de la actual como 'de la persona que me hace feliz en este momento'. Así, la entrega en la vida de pareja o en el matrimonio no existe. El otro no es alguien al que 'yo debo hace feliz' sino alguien que 'cubre mis necesidades afectivas', sustituible por un oso de peluche o una 'muñeca hinchable'.

Y eso mismo parece que ha llegado también a los hijos. Así, cuando se discutía el supuesto derecho a la adopción por parte de las parejas homosexuales, se hablaba de que los homosexuales necesitaban ser padres, o madres y que no podían privarles de ello. Así, la fecundación in-vitro, la manipulación genética, etc. es defendida desde esa perspectiva: todo el mundo tiene derecho a ser madre o padre, es un derecho que necesito satisfacer.

Esto, que no es más que la objetivación de una persona, su cosificación, como tener una TV de Plasma o un deportivo para mi satisfacción personal, era motivo de sátira en el último episodio de La Familia Mata, comedia de situación que Antena 3 emite los lunes. Ahí, la tía solterona y deseperada de los Mata, Mónica (personaje interpretado con gran maestría por Anabel Alonso), intenta proceder a la adopción de un niño. La conversación transcurre en unos términos más o menos así:

La hermana de Mónica: ¿Qué tal te fue en los trámites de adopción?

Mónica: Pues va a ser más difícil de lo que pensaba. Resulta que por no tener pareja me ponen al final de la lista. Eso es injusto, ellas ya tienen marido. El niño lo necesito yo mucho más. Si es que son unas acaparadoras.

Indica, como se ve, toda una tendencia social que se basa en el hecho de que un niño no es una persona autónoma, sino un derecho de otro sobre él. Un hijo es siempre un don. Es alguien que se nos da (Dios, la Naturaleza, el Sumo Hacedor o el Gran Arquitecto, pero es externo a nosotros) como una responsabilidad. Es una muestra de confianza en nuestra capacidad de hacerle un hombre o una mujer, pero no tenemos sobre él más derecho que su bienestar y su desarrollo. Nadie tiene derecho a ser madre o padre de otro, no es algo que se puede reclamar. Es una entrega, un don de sí. Por eso, arrogarse ese derecho, es casi diábolico, es querer ser, una vez más, como Dios. Es toda una tendencia, instrumentaliar al otro para que nos haga feliz, ¿y si no es así? pues acudimos al Centro Comercial y que nos lo cambien por otro que este salió defectuoso. ¿Exagerado? Ahí van ejemplos: aborto, eutanasia, divorcio, eugénesis, bancos de semen por catálogo y, en el futuro, selección genética y clonación. El caso es que me den el producto en buen estado.

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