Coincidimos con Pérez-Reverte... y sin saberlo

Acabo de leer un artículo que en nota de chanza, dice lo mismo que decíamos aquí. Puestos a ser 'multiculturalistas' y 'megaprogres', pues no nos gana nadie. Y esto lo firma Pérez-Reverte en 'El Semanal'. Para troncharte si no fuera porque cada día vemos estas cosas.


SANTIAGO MATAMAGREBÍES


Arturo Pérez Reverte

Que sí, hombre. Que sí. Me parece de perlas. A ver
por qué diablos se han mosqueado algunos
carcamales por el hecho de que el cabildo de la
catedral de Santiago de Compostela, con buen
criterio y admirable visión de la coyuntura,
anuncie la retirada de la belicosa imagen del
apóstol Santiago escabechando morisma: una talla
de madera policromada del siglo XVIII en la que,
con absoluto desprecio hacia la realidad
multicultural, el respeto a la totalidad de etnias
y la verdadera misión de los ejércitos españoles,
que es hacer de oenegés y de Beba la Enfermera
poniéndole tiritas a la gente cuando se hace pupa,
representa al Hijo del Trueno en actitud neonazi,
espada en mano, ejerciendo intolerable violencia
racial contra el colectivo magrebí que en el siglo
IX se buscaba la vida en Clavijo. Ya era hora,
aplaudo, de que alguien pusiera coto a esa
provocación. Gesto que estoy seguro responde a
causas éticas -al fin la Iglesia Católica ha visto
la luz, después de tantos siglos pidiendo leña y
cajitas de fósforos- y no a la egoísta
preocupación ante la posibilidad de que un
peregrino chungo llamado Ornar o Ali, por ejemplo,
al grito de Alá Ajbar, meta una mochila bomba
debajo del botafumeiro y nos fastidie el Jacobeo.
Es más. Creo que al hilo de esa admirable
iniciativa, el nombre de Santiago Matamoros que
figura en tantos textos seculares y en tanto
monumento, debe ser reescrito de forma
conveniente. Santiago Matamagrebíes suena menos
ofensivo y más socialmente correcto. Porque una
cosa es explotar a mis primos por cuatro duros y
llamarlos moromierdas por la calle, y otra herir
su sensibilidad sensible con iconografía fascista.
Ojo.

Por eso, puestos a mejorar el ambiente, estoy
dispuesto a ir más lejos. Para radical, yo. Así
evitaré cartas como la última, en la que un lector
imbécil me llama de derechas porque hace semanas
critiqué la eliminación del yugo y las flechas,
sin caer en la cuenta, el analfabeto, de que yo no
me refería al emblema falangista, sino al Tanto
monta, monta tanto de Isabel, reina de Castilla, y
Fernando, rey de Catalunya, antes absurdamente
llamado rey de Aragón. Pero a lo que iba. Decía
que lo de quitar a esa mala bestia asesina del
apóstol Santiago dando mandobles debe hacerse no
sólo en Compostela, sino en todas partes: el
palacio Rajoy, la ciudad, el Camino, etcétera. Y
puestos a ello, a fin de mantener las
sensibilidades musulmanas en estado razonable,
sugiero eliminar también las cadenas que figuran
en el escudo de España y en el de Navarra, pues
conmemoran otras cadenas aciagas: las que rodeaban
la tienda del Miramamolín -Al Nasir para los
amigos- aquel año 1212 en que los almohades se
llevaron las suyas y las de un bombero en las
Navas de Tolosa. En la misma línea sería
aconsejable, asimismo, eliminar la granada del
escudo español, por razones obvias: ese Boabdil
llevado llorando a la frontera entre tricornios de
guardias civiles, como el Lute. Y ya puestos a
meter mano al escudo, sería bueno revisar las dos
siniestras columnas del Plus Ultra, con sus
con-notaciones de genocidio y limpieza étnica, que
a cualquier mejicano o peruano deben de ofenderle
un huevo y parte del otro. Sin olvidar un buen
trabajo de piqueta en los escudos imperiales del
siglo XVI donde campea el águila bicéfala
franquista.

La tarea es vasta, pero necesaria. Esa Rendición
de Breda, por ejemplo, donde Velázquez humilló a
los holandeses. Ese belicista Miguel de Cervantes,
orgulloso de haberse quedado manco matando
musulmanes en Lepanto. Esa provocación antisemita
de la Semana Santa, donde San Pedro le trincha una
oreja al judío Malco en claro antecedente del
Holocausto. Y ahora que Chirac nos quiere tanto,
también convendría retirar del Prado esos Goya
donde salen españoles matando franceses, o los
insultan mientras son fusilados. Lo chachi sería
crear una comisión de parlamentarios cultos -que
nos sobran-, a fin de borrar cualquier detalle de
nuestra arquitectura, iconografía, literatura o
memoria que pueda herir alguna sensibilidad
norteafricana, francesa, británica, italiana,
turca, filipina, azteca, inca, flamenca,
bizantina, sueva, vándala, alana, goda, romana,
cartaginesa, griega o fenicia. A fin de cuentas
sólo se trata de revisar treinta siglos de
historia. Todo sea por no crispar y no herir. Por
Dios. Después podemos besarnos todo; en la boca,
encender los mecheritos e irnos juntos y
solidarios, a tomar por saco.

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