Zapatero se blinda

José Luis Rodríguez Zapatero está en una encrucijada desde el pasado mes de mayo. Hasta ese momento (el de las reformas obligado por Europa, Obama y China), Zapatero estaba resistiendo bastante bien la crisis, mantenía unos altos niveles de popularidad y estaba, sorprendentemente, bien valorado por la ciudadanía. Hasta ese momento, la gestión del presidente, desde un punto de vista de la ortodoxia económica, era una calamidad: gasto sin freno, políticas sectarias (eso ha cambiado poco), deuda pública sin control, déficit y paro. Y lo peor era que no hacía nada salvo incidir en el error. A partir de mayo, cuando España estuvo unas horas quebrada y ante las amenazas de nuestro socios y deudores, el presidente de la eterna sonrisa (vuelta últimamente en mala leche) decidió que debía reducir de inmediato el gasto. Entonces muchos españoles descubrieron cuál era nuestra realidad y poco a poco han ido abandonando al presidente: unos porque han descubierto hasta dónde ha llegado la incompetencia y sectarismo de este tipo, otros porque consideran que se ha vendido al capitalismo (curioso que Obama y China sean hoy los mercados). Pero el caso es que incluso en su partido ya empezaban a cuestionar si era el más idóneo para unas elecciones, si no debían cambiar de caballo antes de la carrera... Incluso un don nadie como Tomás Gómez se atrevía a subírsele a las barbas y ganarle a su chica. Desde luego, no eran 'buenos tiempos para la lírica' zapateril.

Y en estas estamos cuando el presidente, el día en el que se aprueban las peores cuentas públicas posibles (reconocen que habrá un 20% de paro, que subirá la necesidad de cubrir más prestaciones sociales y cae la inversión productiva) en un momento de crisis, que el Gobierno no descarta cambiar a mitad de año (el famoso plan B que negó Salgado), en ese momento, Zapatero toma la iniciativa y cambia su gobierno.

Es un Gobierno este que queda ahora que, básicamente es muy político y fiel hasta la náusea al presidente. La idea declarada de Zapatero es hacerlo 'más político'. Y para ello, como ya hizo González en 1993, confía la propaganda a Alfredo Pérez Rubalcaba, que no abandona Interior (es toda una declaración de intenciones cuando está en marcha la segunda fase del proceso de paz con ETA que pueda darles la victoria). Si por un casual Zapatero no se presentase, Rubalcaba sería el mejor colocado y en el centro de todas las intervenciones y coordinación de Gobierno. Esa es una primera consideración: Rubalcaba es el hombre fuerte de este nuevo Gobierno, el que hará y deshará a su antojo.

Otras consideraciones son la salida de De la Vega ¿hacia el Consejo de Estado? lo que supondría el premiar los fieles servicios que la valenciana le ha dado al partido y al mismo Zapatero. Pero además muestra el que los socialistas más conspicuos ya se están buscando acomodo para la travesía en el desierto. Hay algunas buenas noticias como la desaparición del Gobierno de dos ministerios inútiles (aunque ya cumplieron su misión de propaganda y aprobación de leyes asesinas como el aborto) como son Vivienda e Igualdad y la caída de Moratinos y Aído, probablemente dos de los peores ministros de la historia de España desde los visigodos.

Ahora bien, hay también malas noticias (Rubalcaba aparte, que si antes tenía el poder de control sobre nuestra vidas, hoy es el número dos del Ejecutivo... la zorra custodiando las gallinas, aunque hablaremos largo y tendido del Fouché hispano): la llegada de Leire Pajín al ministerio de Sanidad. Leire es casi tan incapaz como Bibiana y, desde luego, mucho más sectaria. Es admiradora de Parent Planedhood, una de las multinacionales del aborto con la que se formó. Y sobre esta recae ahora Sanidad, Igualdad y política social. O sea, aborto a tuttiplen y condones para todos.

Nos van a deparar tardes de gloria, desde luego. Ahora, es muy político este Gobierno, lo que significa pasar al ataque para recuperar a los suyos, y eso se lo ha encomendado a Rubalcaba, Blanco y Pajín...

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