Reforma laboral: si la hacemos, hagámosla bien
La reforma laboral que ha hecho el Gobierno de Rodríguez Zapatero es una de las chapuzas a las que ya nos tiene acostumbrados, dentro de esa política del 'como sea' tan genuina del personaje que ocupa La Moncloa. Todo el mundo que sabe algo de esto coincide en que esta reforma no ayudará a crear más empleo, sino que lo destruirá. Cierto es que permite a las empresas flexibilizar de forma más sencilla sus plantillas, pero se mantiene el control judicial y no se agilizan trámites que hacen de España un país atrofiado. Como el PP juega a heredar la manzana madura del poder, y no desvela sus cartas, le dejo algunas ideas que quizá puedan ayudar... Ya lo siento, pero son liberales, pero es que no creo que exista otro método de salir de una crisis si no es por medio de la libertad y no del Estado paternalista que tenemos. Ahí van:
- Creación del fondo de resolución de contratos. Este fondo se iría nutriendo mes a mes como parte del posible despido o liquidación del contrato por cualquiera de las partes. Ese fondo iría con el trabajador, que tras la extinción del contrato podría decidir cobrarlo (para por ejemplo iniciar un negocio propio o bien realizar un master que le permite encontrar un mejor puesto de trabajo) o bien capitalizarlo de modo que pueda rendirle cuentas en el futuro. El fondo se cobraría tanto en caso de despido como de marcha voluntaria. Se evitaría el que se judicialice la vida laboral: desde el comienzo se sabe qué se va a cobrar sin causas objetivas, subjetivas, producción y zarandajas. Si el empresario no está contento, me paga y si yo me quiero ir, cobro. Punto.
- Agilidad en la creación de empresas. Este es otro de los talones de Aquiles de nuestra economía, motivado por la hiperadministración que tenemos: normas nacionales, autonómicas y municipales hacen proceloso y complicado la apertura de un negocio. Estamos a niveles de repúblicas bananeras, y así es imposible competir, si al elegir dónde instalar mi negocio voy a tardar casi dos meses en tener los permisos adecuados y en otro lugar tardo dos días... no hay color. Así, el emprendedor podrá presentar su solicitud en una ventanilla única la documentación básica y tendrá con esto un permiso temporal de, pongamos, dos meses para la apertura. En ese tiempo la Administración puede analizar, estudiar y solicitar lo que desee, y comunicar si el permiso es definitivo o no. En caso de no contestar en esos dos meses se entenderá que el permiso de apertura es definitivo. Quizá dos meses sea mucho, pero ese plazo puede modificarse, pero lo del silencio administrativo positivo parece imprescindible para que la actividad económica se revitalice.
- Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, pero insistimos: potenciar las relaciones empresa-trabajadores en el seno de la empresa. No se mantiene esa especie de mantra de que los empresarios son explotadores y los trabajadores unos jetas que quieren cobrar sin trabajar. No, ambos están en el mismo barco y tienen el mismo objetivo: que la empresa vaya bien y unos ganen dinero y otros obtengan el fruto de su trabajo. Eso sólo se logra con un cambio de mentalidad y con leyes que refuercen el valor de los comités de empresa (liberados de las tiranías sindicales) en la redacción de acuerdos de empresa (a los que no podrá negarse ningún empresario con ínfulas de monarca absoluto).
- Flexibilidad horaria, mejoras en los centros del saber (no tenemos ni una Universidad entre las mejores doscientas, que se dice pronto), apoyos a la maternidad y paternidad (que contribuyen a la mejora de la productividad), desarrollo de las nuevas tecnologías para la realización de trabajo, ahorro en costes energéticos (¿por qué no energía nuclear si es barata y limpia?)...
No todas son propiamente laborales, pero una reforma que de verdad quiera atajar el problema endémico de paro que sufre España cada vez que viene una crisis (Alemania, en crisis, sigue creando empleo), debe hacer una reforma total de los procesos que intervienen en la actividad económica.
¿Alguno de estos partidos de burócratas de la cosa pública se atreve?
- Creación del fondo de resolución de contratos. Este fondo se iría nutriendo mes a mes como parte del posible despido o liquidación del contrato por cualquiera de las partes. Ese fondo iría con el trabajador, que tras la extinción del contrato podría decidir cobrarlo (para por ejemplo iniciar un negocio propio o bien realizar un master que le permite encontrar un mejor puesto de trabajo) o bien capitalizarlo de modo que pueda rendirle cuentas en el futuro. El fondo se cobraría tanto en caso de despido como de marcha voluntaria. Se evitaría el que se judicialice la vida laboral: desde el comienzo se sabe qué se va a cobrar sin causas objetivas, subjetivas, producción y zarandajas. Si el empresario no está contento, me paga y si yo me quiero ir, cobro. Punto.
- Agilidad en la creación de empresas. Este es otro de los talones de Aquiles de nuestra economía, motivado por la hiperadministración que tenemos: normas nacionales, autonómicas y municipales hacen proceloso y complicado la apertura de un negocio. Estamos a niveles de repúblicas bananeras, y así es imposible competir, si al elegir dónde instalar mi negocio voy a tardar casi dos meses en tener los permisos adecuados y en otro lugar tardo dos días... no hay color. Así, el emprendedor podrá presentar su solicitud en una ventanilla única la documentación básica y tendrá con esto un permiso temporal de, pongamos, dos meses para la apertura. En ese tiempo la Administración puede analizar, estudiar y solicitar lo que desee, y comunicar si el permiso es definitivo o no. En caso de no contestar en esos dos meses se entenderá que el permiso de apertura es definitivo. Quizá dos meses sea mucho, pero ese plazo puede modificarse, pero lo del silencio administrativo positivo parece imprescindible para que la actividad económica se revitalice.
- Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, pero insistimos: potenciar las relaciones empresa-trabajadores en el seno de la empresa. No se mantiene esa especie de mantra de que los empresarios son explotadores y los trabajadores unos jetas que quieren cobrar sin trabajar. No, ambos están en el mismo barco y tienen el mismo objetivo: que la empresa vaya bien y unos ganen dinero y otros obtengan el fruto de su trabajo. Eso sólo se logra con un cambio de mentalidad y con leyes que refuercen el valor de los comités de empresa (liberados de las tiranías sindicales) en la redacción de acuerdos de empresa (a los que no podrá negarse ningún empresario con ínfulas de monarca absoluto).
- Flexibilidad horaria, mejoras en los centros del saber (no tenemos ni una Universidad entre las mejores doscientas, que se dice pronto), apoyos a la maternidad y paternidad (que contribuyen a la mejora de la productividad), desarrollo de las nuevas tecnologías para la realización de trabajo, ahorro en costes energéticos (¿por qué no energía nuclear si es barata y limpia?)...
No todas son propiamente laborales, pero una reforma que de verdad quiera atajar el problema endémico de paro que sufre España cada vez que viene una crisis (Alemania, en crisis, sigue creando empleo), debe hacer una reforma total de los procesos que intervienen en la actividad económica.
¿Alguno de estos partidos de burócratas de la cosa pública se atreve?
Comentarios