Las capitulaciones de Alarcón


Siempre he pensado que Zapatero era como las siete plagas de Egipto condensadas en una única persona que ha caído sobre esta nación ya milenaria. Pero claro, si se trata de elegir un gobernante, lo normal es tener claro la alternativa a elegir. Y hay que reconocer que Mariano Rajoy se ha empeñado en ponernos difícil la elección. Porque ante casos de corrupción (vale, no hay sentencia, pero hiede, las conversaciones de Costa y Rambla son indecentes en un político), o ante políticos que hacen lo contrario a lo que la dirección propone (recortes de gasto en lo nacional y gasto desbocado en Madrid, bajada de impuestos en España y subida de impuestos en el Madrid de Ruiz Gallardón), la respuesta de Mariano no es contundente. Supongamos que Rajoy llega al poder y un vicepresidente otorga a la empresa en la que trabaja su hija como gestora de subvenciones una subvención (anteriormente denegada) por valor de diez millones de euros. ¿Qué hará Rajoy? ¿Le forzará a dimitir? Porque repasemos el curriculum de Mariano en este caso Gürtel: cuando surge como un caso de ciertos casos en Madrid, Esperanza Aguirre actúa de forma inmediata y destituye a López Viejo (consejero de deportes en su propio gabinete) y a Sepúlveda (alcalde de Pozuelo). Mariano Rajoy tiene a Luis Bárcenas como tesorero y cuando surgen la noticias que hablan de que está implicado, Mariano no hace nada y Bárcenas se va cuando quiere. Pero ya sabemos que no se ha ido y que mantiene su despacho (simplemente han quitado la placa y ¿quién hace de tesorero ahora?), y además, Sepúlveda es ahora, suspendido de militancia en Madrid, asesor personal de Rajoy. Los últimos datos implican a la cúpula del PP en Valencia (al número 2 del Gobierno valenciano y al número 2 del PP valenciano). ¿Qué hace Mariano? Nada, nada de nada. ¿Qué podemos esperar entonces en el ejemplo que pongo? Pues me temo que lo mismo que con Zapatero y Chaves: proteger a los suyos.

Porque lo que ha ocurrido con la comida en el Parador de Alarcón entre Rajoy y Camps es simplemente lamentable. Porque si de esa reunión hubiese salido la dimisión de alguien, quizá podríamos confiar en Mariano. Muchos han comentado que el problema es que Camps es el barón con más poder y que le da a Mariano votos. Eso mismo decían de Zaplana y Camps lo sustituyó sin problemas. Lo mismo decían de Cañellas y las Baleares y Matas siguió ganando. La caída de Ibarra no ha supuesto el desastre del PSOE en Extremadura o la marcha de Bono el desastre en Castilla- La Mancha. ¿Qué teme Mariano? Bastaría con que hubiese dicho: 'Paco, o te cargas tú a Costa y Rambla o dimites tú'. ¿Qué no dimite? Pues nada, anuncias que no repetirá como candidato a la Generalidad de Valencia. Y queda claro quien manda. ¿Qué luego son inocentes? Pues Camps los devuelve a sus puestos sin problemas y con todos los parabienes... pero no se implica al partido. Además, se da una muestra de autoridad. Pero a veces uno no sabe si Mariano quiere ser presidente, ¿o no?

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