Aznar se reivindica

Ayer noche, los que tenemos la dicha de vivir en la Comunidad de Madrid, pudimos disfrutar de una entrevista realizada por Ernesto Saénz de Buruaga a José María Aznar. Era una entrevista de carácter más personal, en la que se nos mostraba un Aznar más cercano. Repasaron su vida política desde que comenzó siendo diputado por Ávila hasta su salida de la presidencia del Gobierno tras los atentados del 11-M y su manipulación por parte de la izquierda. Algunos detalles de lo que comentó tenían el sabor de lo nuevo, de lo que está ocurriendo ahora y la explicación de mucho de lo que sucede.

Así, sobre la presidencia del PP, afirmó que cuando él asumió la presidencia del PP en unas circunstancias muy difíciles (acababa de lograr Felipe González su tercera mayoría absoluta, el partido recien refundado, y unos tres millones de votos tras las europeas -aquellas de Ruiz-Mateos y Gil-), sólo puso una condición: el partido lo dirijo yo, y si no, no acepto. Era un órdago, pero el único que podía hacer alguien que quisiera realmente llegar a la presidencia del Gobierno frente a un entonces invencible González. Una de las primeras decisiones fue disolver las no-sé-cuántas vicepresidencias que existían y mandar a Fraga (el fundador del partido y veinte años más joven, no lo olviemos) a Galicia. Cuando esos vicepresidentes ya cesados acudían a Don Manuel para intentar recuperar sus feudos de poder, el de Villalba repetía: '¿y por dónde vuelvo? Este me ha volado todos los puentes'. Fue una sabia decisión, nada que ver con esa imagen hoy de Fraga en la ejecutivas del PP, todo el día en los medios, colocando a su valido Gallardón como sea.

Le preguntaron sobre su victoria en 1996 y sus posteriores pactos con los nacionalistas y afirmó que la diferencia es que primero se ganaron las elecciones y luego se llegó a pactos, pero lo primero son los resultados y presentarse con una victoria para poder después pactar en ciertas condiciones. Era un aviso a navegantes. Lo mismo que las renovaciones se hacen por 'adición' y no por 'sustración', claro mensaje a Mariano: 'Teníamos que pactar y pactamos con los nacionalistas, los de entonces, que eran distintos a los de ahora… Todo es susceptible de empeorar… Pero no nos olvidemos de una cosa determinante: ganamos. Ganamos. Lo que no se puede ahora es decir: ‘Yo, para ganar, tengo que hacer lo que les guste a estos señores’. No mire, usted tiene que ganar. Gane. Y luego, ya veremos si se tiene o no que entender con los que se tenga que entender'

Pero lo realmente interesante vino con la guerra de Irak y el 11-M: lo primero era que no se arrepentía de nada, ya que las decisiones se toman con los datos que se tienen y en ese momento nadie dudaba de que Hussein tenía armas de destrucción masiva y que se entendía con los terroristas. El mundo, seguía Aznar, cambió con el atentado del 11-S y había que decidir en qué posición ponerse: junto a los países más avanzados del mundo en guerra contra el terrorismo o bien intentar el apaciguamiento con los terroristas que todo el mundo sabe que es un fracaso. Y él decidió estar con Inglaterra, con Estados Unidos, con Italia...

Lo más duro se lo reserva a esa izquierda que no asimiló la derrota del 2000 y que 'pensaron que una mayoría absoluta más del PP aunque Aznar no se presentara garantizaba un periodo de ocho años de PP en el Gobierno. Lo que suponía 12 o 16 años, un tiempo que proporcionaría un cambio de España tan enorme que sus viejos discursos políticos se perderían. Es ahí donde se complican muchas de las cosas de la vida política española y es una de las cuestiones políticamente más complicadas, oscuras y graves de izquierda española que decide, en un momento dado, que todo vale, todo es válido, todo es lícito, y que hay que hacer lo que sea con tal de que el PP no siga y lo hace. Y cuando llega un momento trágico, se aprovechan de él… Fue aquella actitud de decirle por primera vez a un Gobierno, en un país con cuarenta años de terrorismo, que ‘usted es el culpable’, no los terroristas… Cuando algunos hablan de utilización política del terrorismo es para llorar. La responsabilidad de la izquierda fue democráticamente muy grave'.

Aznar cometió errores, muchos, pero no precisamente en la lucha antiterrorista y no en la política exterior.

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