Subiendo y bajando impuestos o Jekyll y Hyde

Que en el Partido Popular -como en cualquier otro partido que goce de un amplio espectro de apoyo ciudadano- conviven varias almas es algo que no debe sorprender a nadie. Que Mariano Rajoy es más bien conservador que liberal e incluso tiende más a eso que podemos llamar democracia-cristiana, creo que tampoco escapa a nadie. Otra cosa es que en algunas medidas se tienda más hacia un lado que hacia otro... y eso se va viendo en estas primeras semanas de Gobierno popular. Junto a un deseo liberalizador que tiene que ver con adelgazar el Estado, una posible reforma laboral de verdad (de la que hablaremos, porque es necesaria en España) convive un intervencionismo desatado con la subida de impuestos o los rescates bancarios sin dejar que sea el mercado el que haga su trabajo expulsando a los menos eficientes. De ahí que mientras Rajoy (y otros) suben los impuestos, otros (Aguirre) apuestan por bajarlos.

Otra cosa es que Mariano no era partidario de subir impuestos porque cualquier subida de impuestos produce un parón en la actividad económica. Si el dinero en lugar de en mi bolsillo para que lo use en lo que yo quiera (gastarlo, invertirlo, ahorrarlo a la espera de que surja la oportunidad...), está en el del Estado para que lo dedique a amortización de deuda... lo normal es que no haya actividad económica. El problema es que la situación de las cuentas públicas que nos ha dejado Zapatero es calamitoso y la deuda se come el presupuesto. De acuerdo, eso es lo que tenemos y es sangrante que no podamos pedir responsabilidades penales al anterior gabinete. Pero ya se sabe que los políticos son inimputables por su mala gestión (¡qué envidia me da Islandia!). Pero ¿sólo se podía tocar el IRPF? ¿Es la mejor opción? Desde luego era, como ya hizo Zapatero en mayo del 2010, la opción más a mano para dar un mensaje de que tendremos el dinero para pagar lo que debemos. Nada más, pero el crecimiento se ralentizará en una primera fase, aunque es probable que si realmente se modifica el mercado laboral, se adelgaza el Estado a menos del 20% del PIB (está por encima del 50%), se bajan impuestos de forma agresiva, se racionaliza el Estado del Bienestar y se pone coto a las autonomías... empecemos realmente a crecer en un par de años. Pero esta era la opción que Rajoy eligió: subir y gravar las rentas del trabajo y del capital a las clases medias. De esa manera logrará unos miles de millones de euros, pero ahí no está el gran montante. El nudo está en el despilfarro de un Estado con más de quinientas empresas públicas y agencias estatales, autonómicas y municipales creadas para evitar a la inspección del Estado y colocar a los partidarios. Ahí tendríamos más de 15.000 millones de euros tirados al retrete, porque ¿qué necesidad hay de tener una agencia pública de alquiler? ¿o una empresa municipal de la vivienda? ¿o una agencia de colocación que no coloca a nadie? ¿u oficinas comerciales de las CCAA en los países más variopintos? Y luego seguimos, porque tenemos millones de euros tirados en subvenciones al cine, a gays y lesbianas de los países más extravagantes, alianzas de civilizaciones, fundaciones de partidos, etc. Cierto es que antes de cerrar eso hay que trillar y ver qué vale y que es basura, michelín de grasa estatal... pero hay que hacerlo ya. Porque España ha reducido en más de tres millones los puestos de trabajo en estos años, y las espaldas de los asalariados no podrán soportar durante mucho tiempo el peso de todo el coste de la salida. Y desde luego, debe dejarse de dar dinero a los bancos (esa idea de, creo, De Guindos de que los bancos dediquen sus beneficios a enjugar sus activos tóxicos me parece de lo mejor), de subvencionar sectores en ruina...

Quizá entonces pueda verse la imagen de un PP no dividida entre almas rotas, sino más adecuada. Desde luego, es preferible seguir el camino de la Esperanza y salir de la crisis cuanto antes. Veremos a ver...

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