Escandalizarse ante lo que se fomenta
Resulta curioso contemplar las incoherencias de la sociedad en la que nos ha tocadao vivir. Es una sociedad en estado terminal, sin principios a los que aferrarse y que termina fomentando aquello por lo que luego se escandalizará. Este ha sido el caso de la niña de 11 años embarazada en León. Llevamos años y años fomentando la irresponsabilidad en el uso del sexo, el condón como gran panacea para evitar todo (el mito del sexo seguro) en materia sexual. Si se proponen reformas legales para evitar que una menor o un menor pueda mantener relaciones sexuales aunque sea con su consentimiento (al modelo norteamericano, donde una menor no puede mantener sexo hasta alcanzar la mayoría de edad, y en otro caso es violación), a los que esto proponen se les ridiculiza, afirmando que se quiere meter en la cárcel a chicos de 15 años que mantienen relaciones sexuales entre sí...
No, lo que se quiere es hacer que la ley marque los límites. Ahora estamos estudiando si la niña ha sido embarazada por un primo un poco mayor que ella... y entramos en la casuística: si tiene menos de 16 años no podrá ser ni siquiera encausado, pero aunque los tenga, caemos en la incoherencia del argumento: si es consentido...
A lo que voy es a que nos quedamos en el cascarón de la noticia, sin darnos cuenta de que estamos ante unos hechos que son consecuencia de una hipersexualización de la sociedad, en la que todo se mide en términos hedonistas, en la que se oculta a los jóvenes las consecuencias de sus actos. Un chaval de 14 años puede estar perfectamente preparado biológicamente para ser padre o madre, pero no su madurez afectiva. Es probable que hace 60 años esto no fuera así, pero hoy lo es. Por tanto, no es ninguna represión el hacerle ver que cada aspecto de su cuerpo tiene una función y un momento para ello, que encontrará a esa persona a la que entregarse en 'cuerpo y alma' y que quizá entonces sea el momento. Hasta entonces, esperar es lo que corresponde a esa madurez necesaria. Lo mismo que se espera para conseguir cualquier otra gratificación en la vida.
Ahora, esta niña -se tome con el embarazo la decisión que se tome- tiene por delante un futuro muy complicado: o será madre sin haber abandonado las muñecas o bien abortará y cuando sea consciente en el futuro llevará el peso encima. Y lo peor es que todos somos responsables, por no sublevarnos ante unos medios y unas políticas que quieren hacer de nuestros hijos simples sementales para el apareamiento más vulgar.
No, lo que se quiere es hacer que la ley marque los límites. Ahora estamos estudiando si la niña ha sido embarazada por un primo un poco mayor que ella... y entramos en la casuística: si tiene menos de 16 años no podrá ser ni siquiera encausado, pero aunque los tenga, caemos en la incoherencia del argumento: si es consentido...
A lo que voy es a que nos quedamos en el cascarón de la noticia, sin darnos cuenta de que estamos ante unos hechos que son consecuencia de una hipersexualización de la sociedad, en la que todo se mide en términos hedonistas, en la que se oculta a los jóvenes las consecuencias de sus actos. Un chaval de 14 años puede estar perfectamente preparado biológicamente para ser padre o madre, pero no su madurez afectiva. Es probable que hace 60 años esto no fuera así, pero hoy lo es. Por tanto, no es ninguna represión el hacerle ver que cada aspecto de su cuerpo tiene una función y un momento para ello, que encontrará a esa persona a la que entregarse en 'cuerpo y alma' y que quizá entonces sea el momento. Hasta entonces, esperar es lo que corresponde a esa madurez necesaria. Lo mismo que se espera para conseguir cualquier otra gratificación en la vida.
Ahora, esta niña -se tome con el embarazo la decisión que se tome- tiene por delante un futuro muy complicado: o será madre sin haber abandonado las muñecas o bien abortará y cuando sea consciente en el futuro llevará el peso encima. Y lo peor es que todos somos responsables, por no sublevarnos ante unos medios y unas políticas que quieren hacer de nuestros hijos simples sementales para el apareamiento más vulgar.
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