No hay pacto social: ¿ahora qué?

Los sindicatos verticales de liberados sindicales y empresarios (muchos sin empresa), rémoras del franquismo económico, ha roto las negociaciones para alcanzar un pacto sobre la negociación colectiva. Los pseudo-empresarios piden más poder para hacer lo que les pete sin ley y los sindicatos quieren mantener un poder que nadie les dio en la negociaciónm colectiva. Unos y otros a lo suyo. El problema es que en las primeras declaraciones del presidente del Gobierno ha culpado a la CEOE de romper las negociaciones, apuntándose el árbitro a la opinión de una las partes. ¿Qué reforma podemos entonces esperar del Gobierno de la nación? ¿Qué necesita España?

Pues aunque lo he desgranado en algunos posts en este blog, insistiré en lo mismo: es necesario otorgar más libertad de abajo a arriba y no como está ahora que es convenios nacionales que se imponen desde arriba a empresas por personas que no la conocen. No es lo mismo una empresa en Madrid que en Huelva, una de 10 empleados que una de 50 o de 125... todas ellas Pymes... ¿Cómo se da esa libertad? Pues dando más capacidad a los representantes de los trabajadores para llegar a acuerdos con la dirección de sus empresas, obligando a éstas a entablar las negociaciones si lo piden los trabajadores. Permitiendo flexibilidad en la organización de la empresa (a veces los sueldos podrán subir y otras deberán bajar para mantener el trabajo y la empresa misma), rebajando las trabas a la contratación, ligar los sueldos a la productividad y resultados de la empresa. Cambiar el modelo de 'despido': no se trata de abaratarlo, sino de pactarlo y de crear un fondo que se recupere (o no) en el momento del cese de la relación laboral (un fondo que se alimenta mes a mes con unas cantidades determinadas, que pueda el trabajador hacer aportaciones voluntarias o no, que se vaya de una empresa a otra con el trabajador independientemente de quién rompa la relación laboral -es lamentable ver cómo el empresario no quiere despedir para no pagar y el trabajador no se va porque pierde su indemnización-, un fondo que al final se pueda capitalizar para emprender un negocio, jubilarse... en fin, un fondo de libertad). Todo ello unido a cambios en la educación y formación para adaptarla a la realidad económica y no a las capillas de las universidades endogámicas que sufrimos.

Hay que cambiar un modelo de relación laboral que viene del franquismo, hacer más dinámico el mercado de trabajo para que uno pueda entrar y salir con rapidez, que las empresas puedan adaptarse a la realidad, que los que están realmente interesados en que aquello salga bien (empresario y trabajadores) se pongan de acuerdo. Está es la clave, pero mucho me temo que nos quedaremos una vez más cortos. El problema no es el liberalismo, sino el intervencionismo en la vida de las empresas. ¿Es ambicioso? ¿Pero no apostamos a salir de esta de una vez? El socialismo de todos los partidos ya sabemos a dónde nos lleva... probemos algo nuevo sin miedo.

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