La reaparición del 'bellotari' y la sanidad

Si hay un personaje que es claramente esperpéntico, ese es Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex-presidente de la Junta de Extremadura. Sus declaraciones suelen ser extrañas, salidas de tono, cutres... pero hay ocasiones en las que, en su estilo, dice grandes verdades. La última de ellas ha sido sobre esa petición a la Administración para que ponga orden en nuestro sistema de salud de forma que se evite lo que se ha denominado turismo sanitario. Se trata del hecho de que alguien viene a España como turista y con una enfermedad a cuestas (una cadera en mal estado, un corazón maltrecho, etc.) y una vez en España, ¡oh, casualidad! recae y acude a un centro hospitalario español para ser atendido y, claro, aquí les atendemos, porque tenemos un estado social y de derecho que a todos asiste. Esto es, simplemente, una ruina. No hay sistema sanitario (público o privado) que pueda aguantarlo.

Porque luego ha llegado la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, trini para los ya conocidos, y ha dicho la gansada de que la 'sanidad en España es universal y gratuita'. Lo que no deja de ser una mentira que no se sostiene en cuanto uno la medio analice: ¿quién paga la sanidad? cada uno de los trabajadores españoles con sus cotizaciones a la Seguridad Social. Y si uno se molesta en revisar su nómina podrá observar que no hablamos de una cantidad pequeña. Y a eso hay que sumarle lo que el empresario paga por cada trabajador en concepto de cotizaciones sociales. Por tanto, no es gratuita, la pagamos cada uno de nosotros (y a un buen precio). Por tanto, no parece razonable que quien no pague (y no vaya nunca a hacerlo ya que tiene un visado de turista) se beneficie de algo que es propiedad de otro (en este caso de los españoles e inmigrantes cotizantes al sistema). Puede existir la posibilidad de llegar a acuerdos con los países de origen para que sean ellos los que, por incapacidad técnica o de medios en origen, se hagan cargo de la factura. Si no existe ese acuerdo, la única solución pasará por informar a la embajada o consulado de turno para que se hagan cargo de este compatriota suyo y llegado el caso intenten cobrar la factura. Lo que no tiene sentido es que paguemos los demás de forma obligatoria esta 'caridad mal entendida'.

Y haya además, otro aspecto muy importante que se abre en este debate que es los tiempos de carencia. Es otro de los grandes abusos que tiene nuestro sistema de salud (universal y gratuito). Cualquiera persona tiene derecho a la totalidad del servicio con sólo un día de cotización. Así se produce la situación de que en cuanto se tiene un contrato de trabajo toda la familia puede ser operada de cualquier dolencia, al día siguiente de obtenida la tarjeta sanitaria y dado de alta en la Seguridad Social. Si esa persona perdiera el empleo al mes y por tanto dejara de cotizar, habría ya adquirido los derechos universales... ¿no parece muy óptimo económicamente el sistema, verdad? Lo más normal es que exista un tiempo de carencia para ciertos servicios más caros y que si debe hacer uso de ellos, se produzca el copago (que podría ser devuelto tras una serie de años de cotización, por ejemplo, obligando de esta manera a cotizar durante unos años determinados). Porque de lo contrario la deuda sanitaria (que es inaguantable ya para Cataluña o Andalucía o Madrid) no hará sino crecer y eso redundará en una merma clara del servicio que se presta a los ciudadanos, ya que no es posible mantener un sistema ruinoso de forma eterna, sobre todo habiendo cada vez menos cotizantes y más clases pasivas (dicho sin mala intención, pero me refiero a ancianos, niños y parados, que no cotizan y por tanto no aportan hoy aunque quizá aportaron ayer y otro aportarán mañana).

España tiene un muy buen sistema sanitario público, del que podemos estar orgullosos, pero que no es como un chicle. No se puede estirar eternamente... hay que ponerle racionalidad, también económica. Así que por una vez, en su forma, el bellotari extremeño tiene más razón de un santo... laico.