Obama, el intervencionista

Los Estados Unidos de América nacieron como una rebelión contra el poder central inglés que no tenía en cuenta la opinión de las colonias ni su gobierno. Así se explica la frase de la Declaración de Independencia que afirma que los pueblos se dan su forma de gobierno y cuando éste deja de cumplir sus funciones puede y debe ser cambiado. Su idea fue la de descentralizar el poder de la metrópoli. Cada uno de los 13 estados que comenzaron a formar la Unión se unió a ella de forma voluntaria, por decisión de sus parlamentos. Cada estado tiene su Constitución y deja muy pocas cosas en manos del gobierno federal. En un país que es un continente, la descentralización parece el único método de que el país funcione. Y así, hay estados que tienen la pena de muerte en su código penal, otros admiten el matrimonio entre homosexuales y otros no, etc. La Constitución Americana es un texto breve (como deberían ser todas las del mundo, si queremos que duren) que define unos derechos y obligaciones. Cuando surge un conflicto entre un ciudadano y su administración local, es el Tribunal Supremo finalmente quien interpreta la Constitución Federal para que se respete el derecho de ese ciudadano americano. Los principios generales son pocos y claros. Para todo lo demás, ya se encarga cada Estado de tener su legislación.

Y si esto es así en el entramado legal, no lo es menos en el funcionamiento económico del país. Son los estados y las administraciones locales las que se ocupan de las cuestiones relativas a prácticamente todo (con el gasto subsiguiente), y muy pocas cosas quedan en mando del Gobierno federal. Cuando decimos que el presidente de los Estados Unidos es el hombre más poderoso de la Tierra, lo decimos de su poder exterior (para el que tiene grandes atribuciones) y de Defensa, pero su poder interno es bastante más limitado. Pero siendo así, también es verdad que en ocasiones el poder y distribución del gasto se ha decantado hacia el Gobierno Federal. La II Guerra Mundial, por ejemplo, fue un ejemplo: el esfuerzo de la nación debía ir dirigido a la defensa.

Pero los estados miembros de la Unión siempre han sido muy celosos de su independencia. La razón de la Guerra de Secesión fue que el presidente Lincoln se inmiscuyó en las constituciones de los estados. De hecho, algunos estudiosos ven ahí el punto de inflexión. Pues bien, parece ser que Obama está generando un amplio movimiento de secesión en algunos estados, cansados del intervencionismo de Washington. Barack Obama se presentó como el hombre que no cedería a los lobbies de la capital, aquel que devolvería las esencias de los EEUU. Nada más lejos de la realidad: subida de impuestos, gasto desbocado e intervención en la economía. Las decisiones que afectan a los ciudadanos cada vez se toman más lejos de los ciudadanos. Cada vez más, son los burócratas de Washington los que esquilman a los ciudadanos, dirigen qué pueden y qué no pueden consumir, producir, etc. Como EEUU no es España, la rebelión de los propios políticos y de los ciudadanos es imparable.

Obama no es liberal, lo sabíamos, pero su intervencionismo, exceso en el gasto público y sometimiento a los grandes poderes económicos (bancos, etc. -allí no hay unanimidad, gracias a Dios, en salvar a los bancos de la ruina que se han provocado-) es espectacular. Seguiremos los acontecimientos, ya que son apasionantes...

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