Educación: muchas luces y muchas dudas
El ministro de Educación Juan Ignacio Wert anunció ayer las líneas maestras de la reforma del sistema educativo. Como en casi todo, hay luces y sombras. Algunas cosas suenan muy bien (la ESO de tres años + Bachillerato de 3 años o módulos de FP) y otras no tanto (el cambio de EpC por otra asignatura 'libre de adoctrinamiento'). Veamos...
El cambio de estructura de la Enseñanza Secundaria era algo que no podía demorarse más tiempo. Mantener a un buen grupo de alumnos que ya se han quedado descolgados uno o dos años más en la misma aula que aquellos que tienen un interés por aprender hacía de las aulas de los últimos cursos de la ESO algo ingobernable para el profesor, con la consiguiente bajada de calidad. El alumno sabe que no va a aprobar, que solamente tiene que esperar el paso del tiempo y el profesor sabe que ese alumno ya no puede aprender lo que le transmite, que dejó el currículo oficial hace tiempo atrás.Se hacía necesario el que tras haber repetido ya una vez en el primer ciclo, al terminar tercero (quizá por segunda vez) ese alumno tenga retos que realmente le interesen y no que tenga que estar ahí porqué sí, condenándolo al fracaso escolar y personal. Ahora podrá darse salida a estos alumnos, que elijan una profesión si esa es su intención, mientras los otros pasan al Bachillerato. Ahora será necesario el dignificar la Formación Profesional, llegar a acuerdos con las empresas de los sectores afectados (ahí tiene mucho que decir Hacienda y Trabajo con exenciones fiscales, etc.) para que sean prácticas reales (y no mano de obra barata) y para que de ahí salgan profesionales preparados para el mercado laboral. Hay que concretar más, pero va en la buena dirección para que la ESO deje de ser un sufrimiento para muchos profesores y alumnos.
Menos interesante es el cambio de Educación para la Ciudadanía (EpC) ya que no se produce una derogación de la asignatura en sí, sino que estamos ante un cambio de contenidos (¿cuáles?) y de nombre (¿educación constitucional y cívica, ECC?). Parece que Wert cae de nuevo en el buenismo tan democristiano: el problema no eran sólo los contenidos, sino el hecho de crear una materia que aporte adoctrinamiento a los alumnos sin consentimiento de sus padres. Porque va a ser muy difícil que ciertos contenidos no sean introducidos por los pedagogos de izquierda dentro de los principios constitucionales (pienso en cierta visión de la libertad sexual, el aborto como logro de la lucha de las mujeres, el matrimonio homosexual como igualdad entre sexos, la defensa del socialismo de Estado o Estado del Bienestar, etc.). Lo mejor hubiera sido el cumplir el programa del PP y retirar la materia sin más y darle las horas a la Lengua o las Matemáticas, verdaderas carencias de nuestros alumnos.
Ha hecho un llamamiento a abandonar la cultura del acomodo y la mediocridad, cosa que suena muy bien, pero que habrá que inculcar desde abajo y eso no se hace a golpe de decreto-ley. Cierto es que el estatuto del profesor puede ser un buen comienzo, la evaluación externa de los alumnos y centros es desde luego imprescindible para que exista eso que los progres odian tanto: competencia que haga que todos tengamos que mejorar para producir más y mejor. La autonomía de los centros escolares deberá permitir a estos la mejora continua, pero mucho me temo que se va a encontrar con la oposición de una escuela pública muy trufada de pedagogismo y muy poco de pedagogía. La exigencia a los profesores para que cada día estén más preparados debe ser permanente, pero eso implica el enfrentamiento con una parte de ese profesorado (el más ideologizado) que está más preocupado del cambio social que del éxito de sus alumnos. Desde luego el reto es apasionante e interesante.
El ámbito de la Universidad sí que lo veo complicado. El ministro ha desgranado unos datos absolutamente demoledores: 79 Universidades, 236 campus universitarios, un ratio de alumnos por profesor por debajo de la media y el ¡93%! de las plazas de profesor son ocupadas por los que ya las ocupaban (los concursos-oposición con nombre y apellidos son la norma en España) antes de salir a concurso de méritos. El porcentaje de doctores universitarios que trabajan en la empresa es del 15% mientras que en Europa es el 40%, lo que indica dos cosas: la poca importancia que se da en la cultura empresarial al conocimiento y el nulo interés de los doctores españoles por nada que no sea entrar en el mundo universitario. Es un reto porque la Universidad española tiene un exceso de corporativismo muy mal entendido que ha llevado a grandes investigadores a irse de España porque aquí si no eres de la 'familia' no se te abre ni una puerta. Además, aquí cada alcalde ha querido tener 'su' Universidad y así tenemos un montón de facultades y campus con un nivel bastante subterráneo. Así es comprensible que el sueño de todo doctor (por vaya a saber usted qué universidad) sea ser profesor en alguna de las múltiples universidades del estado español. Si lo consigue es para felicitarle. ¡Ánimo señor Wert!
Lo que creo imposible es eso de garantizar que todo español podrá estudiar en español... ¡si tiene que comenzar por convencer a los del PP! Y luego estar dispuesto a llevarse mal con alguien (léase CiU) y a hacer uso de la Alta Inspección Educativa... Si logra lo anterior de las Universidades es para felicitarle, pero si logra esto ya será para hacerle un altarcito.
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