¿Debe dimitir José Blanco?
Recuerdo que esto mismo nos preguntábamos en el caso de Camps o de Bárcenas cuando hacíamos referencia al Caso Gürtel. Y la respuesta era sencilla: 'sí, deben dimitir'. ¿Por qué son culpables? No, es porque la política (que es la gestión de los asuntos públicos) debe estar dirigida por personas de conducta intachable. SI existe la más mínima duda razonable sobre su comportamiento, debe abandonar temporalmente las responsabilidades públicas, defenderse como cualquier ciudadano sin la protección del cargo y si resulta inocente, volver con nuevos bríos e incluso mayor prestigio, ya que su inocencia ha sido probada tras una investigación judicial. Pero aferrarse al cargo para que a uno le juzgue un tribunal con una alta carga política en su composición (¡qué eufemismo!) no parece que vaya con esa alta responsabilidad política. El aforamiento es una figura que se pensó para algo muy distinto de para lo que lo emplean los políticos hoy. La idea era evitar que fueran juzgados por delitos de opinión o que el monarca los mandara a la justicia por cualquier cuestión. Así, ante eso solamente el Tribunal Supremo con autorización de la cámara correspondiente podía procesarlos. Se trataba de evitar la arbitrariedad del rey absoluto de turno. Pero hoy eso tiene poco sentido.
Y ahora vayamos a los hechos por los que creemos que debe dimitir José Blanco, ministro de Fomento y ministro portavoz del Gobierno de España. Hay un empresario gallego, Jorge Dorribo, que en el trascurso de una investigación es detenido por la manipulación de facturas en ciertas subvenciones recibidas por su empresa. A partir de esa madeja, el juez descubre que hay pagos ilegales, dinero del que no se conoce el destino, etc. Este señor después de meses en prisión, decide que él solito no se come el marrón y va a contar que, como buen empresario corruto, tocó todas las teclas para garantizarse que ganaba la subvención: sobornó a un diputado del PP (Covián), un consejero del BNG (F. Blanco) y a un dirigente socialista (José Blanco). Los dos primeros, tras las acusaciones y el hecho de que la juez esté tramitando el paso de esa parte del sumario al Tribunal Superior de Galicia (al que corresponde enjuiciar a los aforados de un parlamento regional), dimitieron de sus cargos para defenderse como un ciudadano normal de acusaciones tan graves. Pero el señor Blanco no, don José no cree que deba abandonar el alto cargo que ocupa. El primer día dijo negar que conociera 'mucho' al tal Dorribo, pero el diario El Mundo vino a desmontarle la coartada: Blanco recogió a Dorribo en una gasolinera y se reunieron en el coche oficial. Esa parte la acepta Blanco.Blanco niega que le dijera aquello de 'Si te portas bien conmigo, yo me portaré bien contigo', versión galaica del 'si tú rascas mi espalda, yo rasco la tuya', y que no hizo ninguna de las gestiones que le pidió el empresario lucense. Pero el caso es que las empresas de Dorribo se vieron beneficiadas directamente de unas subvenciones y de apertura del plan de los 'monodosis' en las farmacias, del que Dorribo es uno de los grandes productores. ¿Fue por las gestiones de Blanco ante sus compañeros de Gabinete (Pajín mediante)? Pues él lo niega, y podemos creerle, pero desde luego no parece muy serio que digamos que el ministro de un gobierno de España se reúna en una gasolinera apartada con un empresario (¿no puede hacerlo en el despacho como otros empresarios acuden?), que ese empresario sea después acusado de las más diversas tropelías fiscales.
Por lo mismo que Bárcenas (declarado ahora inocente por los jueces, ¿dónde está ahora el PSOE para disculparse? ¿En una gasolinera tal vez?) y Camps debían dimitir, debe hacerlo hoy Blanco. Espero que sea inocente, que de ahí salga sin mancha porque sería muy triste y muy malo para la credibilidad de España que todo un ministro de Fomento (el que se encarga de las Obras Públicas) se dedicara a cobrar comisiones a los empresarios. ¿Quién querría invertir en un país que se asemeja más a Venezuela o Ecuador que a Alemania? Pero Blanco no debe seguir ni un minuto más en su cargo. Por él y por España.
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